Yúbal.FM

Blog de Yúbal, donde hablo de música, series, tecnología y de cualquier otra cosa que se me pase por la cabeza.

El 2023 ya ha quedado atrás, y tras una primera semana de 2024 toca echar la vista atrás y repasar la música que más escuché durante el último año. Es verdad que ya te conté que el 2023 fue un año lleno de conciertos, pero este repaso está orientado a lo que he escuchado en plataformas de streaming, igual que el que hice el año pasado.

Aunque en 2023 empecé con Apple Music, probé Spotify y terminé volviendo a Apple Music, todos mis datos de escucha estaban centralizados en mi perfil de Last.fm, y con él puedo hacer un repaso a los artistas y los álbumes musicales que más he escuchado en los últimos 365 días.

Mis artistas más escuchados de 2023

Este año ha sido muy especial, ya que he tenido la posibilidad de ir a varios conciertos de Dry River, el mejor grupo de rock de España. Esa posibilidad de verlos en directo nada menos que tres veces ha hecho que queden coronados como el grupo que más he escuchado en 2023. Dry River son los líderes, pero en segundo lugar ha quedado otro grupo que he descubierto este mismo año.

Lo de Annacrusa ha sido un auténtico flechazo. Fui a verlos por primera vez en mi vida en marzo, y desde entonces ha sido un no parar, para ir a un total de 5 conciertos suyos. Son una auténtica delicia musical, uno de esos grupos tan buenos que resulta incluso ofensivo para el amante de la música que no sean más conocidos. Además, son buenísima gente, por lo que tienes el pack completo. Ellos han sido mi segundo grupo más escuchado del año, muy MUY cerca de Dry River.

Riverside y Leprous fueron el primer y segundo grupo que más escuché en 2022, y en 2023 ocupan el tercer y cuarto puesto. Con Leprous empecé el año a tope, ya que incluso pude verlos en directo en febrero. Pero poco a poco se fueron desinflando, mientras que Riverside ha sido una constante. Quizá ha sido porque Leprous en directo me dejó un poco frío, mientras que Riverside me enamoró completamente cuando los vi en directo este verano, y eso ha hecho que me reenganche a su último álbum y lo haya estado escuchando todo el año.

A Ayreon también fui a verlos a Holanda, una nueva peregrinación musical para ver una ópera de metal con dos decenas de los mejores cantantes internacionales, y eso les ha llevado a un quinto puesto por encima de un genio como Steven Wilson. Wilson también ha sacado un nuevo disco este año, pero aunque tiene auténticos temazos, en general me ha dejado un poco frío.

En el top 10 también están el griego Jargon, Pain of Salvation, Delalma (otro auténtico grupazo español) y Pink Floyd. De estos descartaría Jargón, mi gran flechazo del año pasado que en 2024 va a sacar nuevo disco en solitario, y Delalma, una banda compuesta por miembros de Mägo de Oz, Avalanch o Celtian. Auténtica clase con el retorno de Ramón Lage a los escenarios más de una década después.

Mis discos más escuchados de 2023

Si Dry River y Annacrusa fueron primero y segundo en cuanto a los artistas más escuchados, alternan sus puestos en los discos que más han sonado en mi casa en 2023. La Espina es el segundo disco de Annacrusa, lanzado en 2023, y para mi es el mejor nuevo disco de un artista nacional de todo el año pasado. Sin peros, simplemente fue un flechazo, y desde la primera vez que escuché su música me encantaron. Cuarto Creciente salió el año pasado, pero habiendo visto varias veces en directo a Dry River en 2023 se ha mantenido alto.

Tras el flechazo de verlos en directo, el nuevo disco de Riverside también ha estado sonando sin parar, así como el hipnótico álbum de Jargon, que es uno de esos que te pones y acabas devorando de principio a fin sin darte cuenta.

Como he comentado un poco más arriba, Delalma ha sido otra de las grandes sorpresas nacionales del año, y esto se refleja en lo mucho que he escuchado su disco. Y el sexto puesto lo tiene el álbum 01011001 de Ayreon, que aunque ya tiene bastantes años es el que interpretaron en directo en su concierto de Tilburg este septiembre.

Un año en el que el producto nacional ha brillado

He de decir que en la última década me había alejado totalmente del rock y el heavy que se hacen en España. Sin embargo, y gracias al empuje de Dry River, en los últimos dos años he ido reencontrándome con nuestro metal patrio, y solo me ha dado alegrías. El hecho de que mis dos bandas favoritas sean de mi ciudad le ha dado un extra de proximidad, y me ha permitido tener una relación cercana que, a su vez, me ha ayudado a ir descubriendo otros proyectos de otros músicos de la zona y el país en el que vivo.

Pero en definitiva, la música que más he escuchado este año es el reflejo de los conciertos a los que he ido, ya que antes de ir a uno me gusta ponerme los discos y canciones de los artistas para ir aprendiéndome las canciones, y después de los conciertos me los vuelvo a poner para recordar los momentos vividos.

#Personal #Música

Es verdad que 2023 es un año en el que parece que todo el mundo está en llamas, pero debo confesar que para mi ha sido un gran año en lo personal y lo profesional. Ha sido un año con un pequeño golpe de timón que me ha traído nuevas y satisfactorias experiencias.

Un año de música y nuevas personas

El año pasado, después de que tras el verano pareciera que lo peor del COVID por fin había pasado y de que fuera a un par de conciertos, mi propósito para 2023 fue el ir a más de ellos. ¡Y vaya si se ha cumplido!

En 2023 he ido a 29 o 30 conciertos, entre festivales, pequeños bolos, y otros conciertos más espectaculares. En ellos he podido ver a algunos de mis músicos favoritos, pero también descubrir nuevos talentos o explorar nuevos géneros musicales. Cada uno de estos conciertos ha sido único a su manera, con muchos recuerdos que mantendré para siempre.

Pero si ha habido algo mejor que los conciertos, eso ha sido la gente que he ido conociendo en ellos. A veces, son esas personas a las que llevas tiempo viendo en conciertos, coincidiendo aquí y allí, y que por fin empiezas a charlar con ellas y trabar amistad. Pero otras veces son amistades que llegan de repente, con cosas tan sencillas como ponerse a hablar de rock islandés mientras vemos un concierto, y que ahora parece que sean amigos desde hace años. Es una maravilla poder quedar de vez en cuando con unos, o simplemente ir coincidiendo con otros.

Ya sea dentro de los conciertos como fuera de ellos, incluyendo redes sociales, este ha sido un año en el que he conocido a más gente nueva que casi los últimos 10 años juntos, y eso ha hecho de este 2023 un año increíblemente enriquecedor. Cada nueva persona que conoces es una ventana a una nueva manera de ver el mundo, y resulta siempre interesante.

Sigo siendo un privilegiado en lo laboral

Un compañero de trabajo me dijo hace unos meses que posiblemente yo sea una de las personas más leídas de España. Estos son detalles en los que yo no pienso en el día a día, pero que cuando me paro a pensarlo me hace ser consciente de lo privilegiado que soy y la suerte que tengo.

Soy privilegiado porque escribo en la web de tecnología más importantes de España, y en uno de los grupos más fuertes del país. Además, la sección de mi trabajo ayuda a muchas personas a aprender sobre tecnología, algo que me da una satisfacción doble.

A todo esto, tengo que añadirle la suerte que es contar con unos compañeros de trabajo maravillosos, y formar parte de un equipo de muy buenas personas que hacen que el trabajo no parezca tanto un trabajo. Esto hace que las horas pasadas frente al ordenador se pasen mucho más rápido y de mejor manera.

2024 lo tiene difícil

En resumen, y pese a las enormes tragedias que está habiendo en Europa y alrededores, con la invasión de Ucrania, el genocidio de Gaza o el crecimiento de partidos políticos fascistas en toda Europa, he de decir que el 2023 ha sido uno de los mejores años que recuerdo. Y eso se lo pone muy difícil al 2024.

Por lo tanto, para el próximo año ya solo pido que sea lo más parecido posible a este año, y que pueda seguir disfrutando del trabajo, de la música y de las amistades que van surgiendo por el camino.

#Personal

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Se acabó el tiempo para las alternativas éticas, Threads ha llegado a Europa y se ha posicionado inmediatamente como la gran alternativa a Twitter (ahora X). Todavía no sabemos bien cómo pronunciar su nombre, zreds, treats o simplemente “El Twitter de Instagram”. Pero no importa, porque es la nueva red a la que todos se han abrazado en su primera semana en Europa, la nueva red social “en la que hay que estar”.

Es una lástima que ni Mastodon ni Bluesky se hayan conseguido posicionar una vez Twitter inició su proceso de autodestrucción tras ser comprada por Elon Musk. Han tenido varios meses desde que Threads fue lanzado en julio hasta que ha llegado a Europa en diciembre, pero han sido oportunidades perdidas, y ahora hemos acabado pasando de la red social de un millonario megalómano de derechas a la de otro. Y no hay más que hacer, creo que ya está todo sentenciado, y que la partida por convertirse en la gran alternativa a Twitter ha terminado.

Mastodon y Bluesky tuvieron su oportunidad

El mes pasado os hablé de los pros y los contras de Mastodon y Bluesky, las dos principales alternativas a Twitter. Ahí destacaba Mastodon, que es una red social versátil, plural y centrada en la privacidad, ya que está dividida en varias instancias o “subredes sociales” interconectadas entre sí. Tú podrías tener tu propia instancia, tu propio Mastodon, para hacerla temática o meter a tus personas cercanas, y luego esta se conectaría con las demás para poder leer también a los usuarios de otras instancias.

Sin embargo, el problema de Mastodon es que tiene una curva de aprendizaje mayor, y que antes incluso de registrarte ya tengas que investigar en qué instancia quieres estar. Además, tienes que aprender también a tener tres feeds, uno de personas a las que sigues, otro de tu instancia y otro general con todas las instancias interconectadas. A esto hay que añadirle que no ha conseguido llevar a las personas “de a pie”, y que es básicamente una red social de geeks amantes de la informática y de la privacidad, mentes curiosas a las que no les importa explorar.

Y luego estaba Bluesky, que cuenta como principal ventaja que es igual de fácil de utilizar que Twitter. Promete ser una red social descentralizada, pero en la práctica de momento solo tiene una instancia principal. Esto no es bueno para la privacidad, ya que al contrario de Mastodon, tiene todos tus datos en los servidores que pertenecen a la empresa creadora, igual que Twitter o Threads.

Sin embargo, Bluesky lleva todo este año en fase de pruebas y todavía es necesaria una invitación para poder acceder a ella. Hubiera sido suficiente con abrirse antes de que llegase Threads para tener una mínima oportunidad de posicionarse, pero perdió esa oportunidad y ahora está condenada a caer en el olvido. Es una lástima, me gustaba mucho su filosofía y el buen rollo que hay entre los usuarios, pero sus creadores no supieron medir los tiempos. Entiendo que prefieren escalarla de forma controlada, pero han perdido una oportunidad de oro.

Threads ha mejorado mucho en el último medio año

Cuando el equipo de Instagram de Meta lanzó Threads en julio, a pesar de no estar disponible en Europa hubo un periodo de pocos días en los que se podía utilizar mediante una VPN. Salí de esa primera experiencia completamente horrorizado, ya que solo había un feed temporal dominado por un algoritmo absolutamente terrible. Eso hizo que en el tiempo que ha tardado en llegar a Europa no tuviera ninguna confianza en que fuera a ser una buena alternativa.

Sin embargo, en este tiempo Meta ha conseguido convertir Threads en una muy buena red social. Primero, porque tienes un segundo muro en el que ver únicamente el contenido de las personas a las que sigues, y es en orden cronológico. Y en segundo lugar, porque el algoritmo del feed Para ti ha mejorado muchísimo.

El algoritmo de Threads es igual de fácil de domar que el de Instagram. Es suficiente con repartir likes e interactuar con mensajes de personas que hablan de temas que te interesan para que empiece a mostrarte más mensajes de estas temáticas. Además, si tú mencionas estos temas tu mensaje, le aparecerá a otras personas que los busquen. Esta primera semana está llena de gente pidiéndole al algoritmo conectar con gente interesada en una lista de temas, parecen listas de la compra, pero lo más sorprendente es que funciona.

A todo esto hay que añadirle una comunidad deseosa de encontrar una red social menos tóxica que Twitter, sin conspiranoicos desinformados ni fascistas, y que entran con toda la inocencia y la ilusión. Hay muchas interacciones sanas, mucha gente deseando conocer a usuarios nuevos, y esto le da una magia de la que carecía un Twitter en el que todos estábamos ya cerrados en nuestro círculo de contactos. La magia la comparten también Bluesky y Mastodon, o sea que podríamos decir que es “por la novedad”. Pero eso no hace que sea una cosa mala, sino que te anima mucho a seguir usándolo al ver que hay tantas interacciones.

En mi caso, tengo una sensación muy particular con Threads. Normalmente, mis redes sociales están divididas en dos. Instagram entra dentro del mundo personal, en el que la muchas de las personas a las que sigo y con las que interactúo son gente a la que conozco en persona, y con las que hay una complicidad un poco diferente. Por otra parte, tanto Twitter como Mastodon o Bluesky era algo más digital, con contactos a los que conocía por mi trabajo o por haberlos conocido ya en el mundo digital.

Threads mezcla estos dos grupos de gente, ya que al estar basada en Instagram tienes a los mismos contactos que allí, pero al ser “la nueva red social en la que hay que estar”, también están todos los demás contactos de tu persona digital. Esto hace que no tenga demasiado claro cómo usarla y su finalidad, pero eso forma parte de la diversión de una nueva red social.

Threads ha ganado la partida

Mastodon no ha conseguido llevar a las personas de a pie, a ese amigo con el que te juntas para tomar unas cañas ni a esa persona que “no quiere complicarse”, y solo quiere leer lo que dicen sus influencers o celebridades favoritas. Mientras, Bluesky ni siquiera ha conseguido que quien quiera pueda registrarse sin más.

Threads lo tiene todo. Su proceso de registro es fácil ya que no necesitas registrarte, simplemente usas tu cuenta de Instagram. Y además, es la red a la que han ido en masa celebridades, influencers y medios de comunicación. Porque parece una tontería, pero el que no tuvieran a los medios de comunicación lastraba bastante a Mastodon y Bluesky, ya que seguías dependiendo de otras redes como Twitter para informarte.

Ahora, con Threads Twitter ya ha dejado de ser innecesario, y quienes nos hemos ido de allí ya no echamos nada de menos. Honestamente, me gustan más las éticas de Mastodon o Bluesky frente a una empresa como Meta que ha sido condenada anteriormente por violar tu privacidad o por permitir la desinformación dirigida y personal para manipular tu pensamiento. Sin embargo, hay que ser consciente de que Threads ha ganado ya la partida.

Quizá Mastodon tiene una oportunidad, porque Threads está apostando por ActivityPub, un protocolo que hace que se puedan interconectar varias redes sociales compatibles. Esto quiere decir que desde mi cuenta de Mastodon podré leer lo que escribes en tu cuenta de Threads, y viceversa. Bluesky ni siquiera usa este protocolo, o sea que es la red más sentenciadas de todas. Pero vamos, no me cabe ninguna duda de que la gran alternativa a Twitter es ahora Threads.

#Threads #Internet #Bluesky #Mastodon #RedesSociales

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Hace diez años yo era un usuario convencido de Android al que le gustaba probar ROMs personalizadas y toquetear por todos sitios. Lo mismo pasaba en mi PC, donde siempre estaba probando alguna distribución de GNU/Linux, probando lo que la gente hacía y buscando la que mejor se adaptaba a mi en cada momento. También era un fan convencido de Google, y llegué a plantearme crear un blog solo para hablar de cosas de su ecosistema.

Me gustaba mucho cacharrear, y abogaba siempre por el software libre o abierto. Ahora, sin embargo, me he convertido en un feliz prisionero del ecosistema de Apple, quizá podría decir que me he vuelto aburrido, y me conformo con unos productos que casi siempre funcionan y se llevan muy bien entre sí. Sin riesgos, y con muchos menos experimentos.

¿Cómo he llegado de un extremo a otro en solo una década? Acompáñame por este viaje en siete paradas en el que voy a intentar explicarte como ha sido cada uno de los pasos que me ha llevado en esta dirección.

1. Entro a trabajar en Weblogs

La primera parada de este viaje es un cambio laboral, y es haber entrado a trabajar hace nueve años en lo que antes era Weblogs SL, y ahora es Webedia España. Desde que tengo uso de razón, yo siempre he tenido algún blog y escribía en algún sitio sobre temas diversos, y un buen día tuve la opción de dedicarme a ello profesionalmente. Empecé en la web de Genbeta, y eso me sacó de mi burbuja particular, exponiéndome a todos los software por igual. Ya daba igual que fuera privativo o libre, o que me cayese bien o mal, tenía que estar informado e informar de todos por igual

Esto hizo que en poco tiempo mis puntos de vista empezasen a enriquecerse y ampliarse a base de estar expuesto a todas las tecnologías y estar leyendo sobre todas ellas. Las cosas ya no eran blanco y negro, y era capaz de ver los puntos a favor y en contra de todo lo que ocupa el mundo tecnológico.

Esta amplitud de mis conocimientos y mis puntos de vista fue un primer paso hacia el abismo, pero yo todavía no era consciente de ello. En Genbeta había entonces una gran comunidad de lectores amantes del software libre, GNU/Linux y demás, y me seguía sintiendo cómodo con estos ideales, aunque desde esta comodidad ya había empezado a abrir ventanas para mirar hacia otros paisajes.

2. De Linux a Windows 10

Dos o tres años antes de entrar en Webedia, había estado probando una gran cantidad de distribuciones GNU/Linux, desde las más sencillas como Ubuntu hasta otras más complejas como Arch Linux, pasando por puntos intermedios de Arch, que era la más versátil, como Manjaro. Era feliz cacharreando. Pero poco a poco, cuando ya tenía que sentar unas rutinas laborales y necesitaba estabilidad, fui inclinándome hacia Windows.

Todo empezó con el lanzamiento de Windows 10, y que ya desde las versiones preliminares veía que me gustaba. Empecé teniéndolo en Dual-Boot con GNU/Linux, de forma que pudiera tener ambos sistemas operativos en el ordenador e ir alternando entre uno y otro. Pero poco a poco, Windows fue convirtiéndose cada vez más en protagonista, y en uno de mis formateos de limpieza anuales acabé dejando a Windows solo y sin más doble boot.

En esta decisión también tuvo que ver mi nueva rutina. Cuando entré a trabajar escribiendo primero en Genbeta y luego en Xataka, el ordenador dejó de ser un dispositivo de ocio para convertirse en uno laboral. La manera y el objetivo con el que lo utilizaba cambió, y ya no buscaba tanto experimentar como la estabilidad, y eso me acabó llevando a Windows 10 y sacándome de GNU/Linux. Era un paso obvio.

3. Android empieza a no convencer

Mi primer “smartphone” fue un Nokia N97, si es que se le podía llamar smart, pero luego vino el Samsung Galaxy S2 y desde entonces permanecí en Android. Eran tiempos emocionantes, y Android no paraba de innovar. Google también lanzó sus propios dispositivos, y tras el Galaxy Nexus vino mi querido y amado Nexus 4, que todavía conservo en casa. Yo era fan de Google, y los móviles Nexus fueron mi nuevo hogar.

Entonces, pasaron dos cosas. En primer lugar, Google empezó a decepcionarme abandonando los productos que más me gustaban. Empezó por Google+, y luego fueron muchos otros más. Parecía, que cada vez que lanzaba algo brillante lo acababa abandonando, y esto sigue en nuestros días con últimos ejemplos como Stadia. Dejé de ser un “Googler” porque la propia Google me sacó de ahí.

En segundo lugar, cuantos más conocimientos tecnológicos tenía más le pedía a mi móvil, y empecé a verle las costuras a los dispositivos Android. Dejé de ser tan conformista, y coincidió con unos años en los que parecía que a todos los móviles Android les faltaba algo. Desde el primer modelo, yo quería tener un móvil Pixel para seguir con Android limpio, pero parecía que si no era la pantalla era el tener cámara sin zoom óptico o la batería, pero siempre había algo que fallaba en cada nuevo modelo.

Y aunque bastante top, las alternativas por las que me decantaba (los Galaxy S7 y S9), tampoco me terminaban de enamorar. La sensación es difícil de explicar para alguien que no es un geek tecnófilo como yo, porque la mayoría de gente es más conformista. Pero daba la sensación de que no terminaba de salir un móvil que me convenciese al cien por cien.

4. Una oportunidad a iOS

En este contexto de insatisfacción, cuando mi Galaxy S7 tenía dos años empecé a considerar dar el salto al iPhone. Tras ya unos años expuesto a toda la información tecnológica iba viendo las cosas positivas que ofrecía el ecosistema de Apple, y me picaba mucho la curiosidad de poder cacharrear con él. Pero eran dispositivos tremendamente caros, y les faltaban cosas clave. Me horrorizaba que no tuviera cajón de apps y todas las que instales estuvieran en el escritorio, que a su vez era simple y sin widgets. Acabé siguiendo en Android con un S9.

Pero dos años después la duda volvió, Google seguía sin terminar de convencer con los Pixel, y me había aburrido de los Samsung que seguían sin convencerme al cien por cien. Había mil modelos de Android, y ninguno me terminaba de convencer. Mi curiosidad había seguido creciendo, mi afán de cacharreo, y decidí darle una oportunidad a Apple.

Mi idea era probar con el iPhone durante una generación, mientras Samsung o Google se ponían las pilas, y luego volver cómodamente a Android. Mi primer iPhone fue el 11 Pro, y todavía recuerdo cuando se lo dije a María, la directora de Xataka. Cuando le dije que me había comprado un iPhone, ella me dijo medio bromeando que ya no habría vuelta atrás. Me lo tomé a broma, ya que no me podía imaginar la razón que tenía.

5. Me quedo en iOS

Dio la casualidad de que cuando llegué al iPhone, iOS empezó a Androidificarse. Todas las cosas que no me gustaba de iOS acabaron cambiando, y llegaron los widgets o el cajón de aplicaciones. Con estos pequeños pasos, las cosas que más sabía que echaría de menos yendo al iPhone, esas que me harían volver a Android, poco a poco fueron llegando a iOS. Fue como una trampa.

Después un pequeño periodo de aprendizaje, debo confesar que iOS me convenció desde el principio. Era cómodo y fácil. Además, poco a poco iba abandonando aplicaciones de terceros como las de Microsoft de contraseñas o el navegador para ir utilizando las nativas de Apple. Era un móvil equilibrado, con una fotografía que quizá no era la mejor, pero estaba entre ellas, y una grabación de vídeo que era y sigue siendo muy superior a la de Android. En definitiva, tras dos años con el iPhone 11 Pro pensé en pasarme a un nuevo móvil y tras mirar lo que ofrecía Android acabé yendo casi automáticamente al iPhone 13 Pro. Más de lo mismo, más de lo que me gusta, con algunas pequeñas mejoras.

Cuando vendí el iPhone 11 Pro para comprarme el 13 Pro encontré otra de las ventajas de los iPhone. Habiendo vendido dos años antes el Samsung Galaxy S de gama alta con dos años a sus espaldas, me habían dado tres veces menos de lo que me dieron al vender el iPhone 11 Pro, y eso que el 11 Pro lo vendí a un conocido por menos de lo que podría haberlo vendido. Los iPhone perdían mucho menos valor, y esto ayudaba a que el sobrecoste de los nuevos modelos se equilibrase con el precio de los Android.

Finalmente, entre unas cosas y otras y aunque la libertad y apertura de Android siempre me pareció algo muy positivo, tuve que ser honesto conmigo mismo. Ya era un usuario de iPhone, y sería muy difícil dar vuelta atrás. ¿Qué era lo siguiente?

6. Una oportunidad a macOS

A principios de 2017, desde la dirección de Xataka me propusieron crear conmigo una nueva sección llamada Xataka Basics, donde haría artículos explicándole de forma coloquial a los usuarios con menos conocimientos los principales conceptos tecnológicos de nuestro día a día. En esta sección también haría artículos y tutoriales tocando múltiples sistemas operativos. Pero yo no tengo un dispositivo de cada tipo, o sea que para cosas como artículos sobre Mac le tenía que pedir siempre capturas de pantalla a compañeros, aunque era un sistema operativo que tampoco tocábamos tanto.

Pero a mi siempre me ha gustado cacharrear, y pensé que sería bueno pedir el préstamo de un Mac a la empresa para poder escribir un poco más sobre él y, de paso, poder probarlo un poco. La idea era hacer tres o cuatro artículos amplios sobre lo que podías hacer con él y algunas de sus configuraciones, y luego devolverlo para volver a la comodidad de Windows.

Me concedieron el préstamo provisional, y acabé con un Macbook de los pesados con procesador Intel. En un principio lo probé un poco y no me gustó mucho, por lo que hice algunos artículos y lo guardé a espera de que me lo pidiesen de vuelta. Pero antes de que esto pasase, la curiosidad me llevó a darle una segunda oportunidad para probarlo un poco más a fondo, o sea que lo conecté al monitor, le puse mi teclado y ratón y lo utilicé como una CPU.

Recuerdo que durante el primer día aluciné completa y absolutamente con su silencio. Era mil veces más silencioso que mi PC, algo que me enamoró mucho, aunque teniendo procesador de Intel había algunos picos más ruidosos. Pero en general, a veces no me podía creer que estuviera encendido, porque no lo parecía.

Empecé este experimento con excepticismo, pero a los pocos días algo dentro de mi ya sabía que quería más de esto. Ya no solo por una interfaz que me traía los mejores recuerdos de Linux, sino también por esas interacciones con iOS. AirDrop para enviar cosas de un sitio a otro, sacar una foto con el iPhone y que esté al momento en la app Fotos integrada en el Mac, que los SMS del móvil me llegasen al ordenador... Todo era fácil, y ya no necesitaba muchas de las apps de terceros que usaba en Windows para conseguir parte de estas integraciones.

Como consecuencia, el año pasado acabé comprándome un Mac.

7. Atrapado en el ecosistema

Un iPhone, un Apple Watch y un Mac, este fue el principio. Siempre había visto el ecosistema cerrado de Apple como una afrenta a la libertad en la tecnología, pero una vez probé los beneficios que me ofrecía ya no quise volver atrás. Quizá también tenía que ver que había cumplido 41 años, y que empezaba a no apetecerme tanto estar cacharreando, simplemente quería algo que funcionase bien, y que si tenía un dispositivo le pudiera sacar el máximo provecho.

Hasta este entonces, en mi casa había habido todo tipo de dongles para la TV de varias marcas, de altavoces inteligentes de Google o Amazon, y de muchos trastos por todos lados. Decidí hacer limpieza. Todos los productos de Apple costaban un riñón y medio, pero si apostaba por ellos, tendría menos cacharros en general, habría más minimalismo, limpieza, y todos mis aparatos se llevarían bien entre ellos.

Compré un termómetro conectado para la terraza y un altavoz de Apple, que a su vez hacía de Hub con el termómetro y se integraba con el ecosistema de Apple para verlo desde cualquier dispositivo. Acabé comprándome un Apple TV para conectarlo al televisor, y evidentemente también cayeron unos Airpods Pro 2, porque aunque siempre había apostado por los intrauriculares inalámbricos de Sony, el hecho de que unos Airpods alternen entre Mac e iPhone automáticamente según cuál esté usando me parecía brillante.

Apple sigue haciendo cosas mal, siempre he querido mantener la perspectiva y no convertirme en un fanboy cegado por el brilli brilli de la manzana. Sin embargo, Google las ha hecho peor, y con el paso del tiempo se me han quitado todas las ganas de usar sus productos. Eso y mi creciente conformismo y menos ganas de cacharreo han acabado haciendo que me quede en el ecosistema de Apple. Y creo que ya no hay vuelta atrás, o por lo menos a día de hoy ya no siento ninguna necesidad.

#Personal #Apple #Tecnología

Nunca fui un gran usuario de Twitter, pero me parecía una buena red social para informarse. Todas las grandes personalidades están ahí, y todos los grandes medios de comunicación también, por lo que era una buena fuente de información. Pero Twitter ha muerto, y la red social X de Elon Musk está basada en promover la desinformación y fomentar únicamente los ideales del amado líder. Por eso, en diciembre del 2022 decidí dejar de utilizar Twitter/X a título personal, y comencé a explorar las alternativas.

La primera alternativa que empecé a utilizar fue Mastodon, y mi llegada allí coincidió con el inicio de las migraciones hacia ella, que hoy en día tiene casi 14.400.000 usuarios. Sí, hay un bot que te muestra cada hora el número de usuarios allí. Después también empecé a explorar Bluesky, una red social que todavía hoy necesita invitación para entrar, y que según esta web, está a punto de llegar a 2.000.000 usuarios.

Y tras estar probando ambas unos meses, te voy a contar los que a mi criterio son sus puntos fuertes y débiles, y terminaré diciéndote mi experiencia personal en cada una de ellas, y cuál estoy disfrutando más utilizar. Pero recuerda, es solo mi opinión personal basada únicamente en mi experiencia al usarlas.

Lo bueno y lo malo de Mastodon

Mastodon es una red social que ya estaba ahí, abierta y gratis para todos, cuando Twitter empezó a decaer. Eso la convirtió en la protagonista de las primeras migraciones de usuarios. Es una red social versátil, plural y centrada en la privacidad, ya que está dividida en varias instancias o “subredes sociales” interconectadas entre sí. Cada instancia tiene el control de los datos de sus usuarios, pero también su propia temática o finalidad, y varios feeds o muros de publicaciones: uno para las personas a las que sigues, para la gente de tu instancia y para las de las demás instancias interconectadas con la tuya. Todo sin algoritmos, sin fomentar intencionadamente cierto contenido, y en perfecto orden cronológico.

Cada instancia puede tener su propia finalidad, sus propias normas de uso, pero por estar en una de ellas no te pierdes el contenido de otras. Y es más probado porque cada una guarda su contenido, y no hay ningún servidor central de Mastodon donde una empresa pueda espiar tus datos. También tiene todas las opciones de Twitter, con mensajes privados, contenido multimedia y una gran cantidad de caracteres para escribir.

Además de esto, está lo que se llama ActivityPub, un protocolo que hace que Mastodon también se pueda interconectar con otras redes sociales compatibles. Este blog tiene una cuenta visible en Mastodon, y si utilizas una red social como PixelFeed, alternativa a Instagram, tu cuenta también lo es. Y los usuarios de una red social pueden interactuar con los de otra.

Mastodon también tiene un sistema sencillo de verificación de indentidad, y gratis. Solo tienes que meter una línea de código en tu web o tus webs personales o profesionales, y enlazarlas. Verás que en tu perfil aparece que este enlace está verificado, y que soy realmente quien controla la web a la que enlazo, y por lo tanto la persona que digo ser.

Pero su gran problema es que también es más compleja de utilizar, y eso tira para atrás a usuarios con menos conocimientos tecnológicos o que no quieren gastar tiempo en aprender a usarla o decidir en qué instancia registrarse. La experiencia en general puede ser un poco caótica y engorrosa al principio, podríamos decir que tiene una curva de aprendizaje mayor, y eso juega en su contra.

Además, como cada instancia es independiente, esto quiere decir que también necesita utilizar su propio servidor, y los servidores tienen un coste. Esto hace que algunas instancias pidan donaciones para poder seguir existiendo, o que haya otras que cierren el registro de usuarios al no poder mantener más. En Mastodon no hay publicidad, pero cada instancia debe buscarse la vida para tener el dinero suficiente como para mantenerse online, y esto a largo plazo puede ser problemático.

Lo bueno y lo malo de Bluesky

Bluesky es una red social más sencilla y clásica. Su idea es la de crear un protocolo de redes interconectadas como en Mastodon, aunque actualmente lo que tienes es un único servidor o instancia central, que es la que utiliza todo el mundo. El hecho de que de momento incumpla sus intenciones hace también que sea mucho más fácil de entender y usar, porque hay una única página web a la que ir y donde registrarte.

Pero su gran punto a favor es su tecnología para crear Feeds. Al igual que Mastodon, Bluesky no tiene algoritmos, pero tú te puedes crear tu propio algoritmo usando un Feed, y luego puedes seguir a varios feeds para tener distintos muros de contenido con contenidos temáticos u organizados.

Por poner un ejemplo, de base tú solo tienes el típico feed de personas a las que sigues, y solo ves las publicaciones de las personas a las que sigues de forma cronológica. Pero también hay un feed llamado Bluesky Ñ, donde verás las publicaciones de todos los usuarios que escriben en español, lo que te permite descubrir a nuevas personas. Y así, puedes crear feeds para que se muestre el contenido que tenga palabras concretas o un idioma determinado, además de otros parámetros. Esto te da muchísima versatilidad para conseguir consumir contenido concreto que te pueda interesar.

Bluesky no tiene muchas de las funciones importantes de cualquier red social. No puedes enviar mensajes privados, publicar GIFs, y ni siquiera tiene un sistema de hashtags. Pero es muy fácil de usar y entender, y por eso hay muchos más usuarios “de a pie”, que no sean necesariamente geeks tecnológicos.

El gran problema de Bluesky es que requiere una invitación para poder registrarte. Y eso está limitando muchísimo su crecimiento. No me cabe ninguna duda de que si hubiera abierto los registros aunque fuera en momentos puntuales, tendría fácilmente el doble o el triple de usuarios.

Yo entiendo que mantener la red social cerrada es una buena manera de ir escalando los recursos necesarios para mantenerla de una forma sostenible, pero es muy frustrante necesitar esa invitación y tener que estar buscando y mendigando invitaciones por Internet.

Otro punto en contra puede ser que su privacidad y la flexibilidad son mucho menores al tener de momento solo una instancia principal donde se centralizan nuestros datos personales. También me parece negativo que decidieran no unir fuerzas con ActivityPub y el resto de redes sociales descentralizadas de ese protocolo, lo que es una oportunidad perdida. Habrá que esperar y ver qué pasa con el protocolo descentralizado alternativo que ellos proponen y si hay alguien que lo usa.

Y según vaya escalando la red social, hará falta ser capaces de mantenerla. Y si solo hay un servidor central, eso quiere decir que hará falta muchísimo dinero. Parece que su intención es la de crear funciones de pago, pero no descarto que acaben teniendo que meter publicidad, y eso podría llevar a algoritmos y estropear la experiencia. Quiero tener fé en que será suficiente con una versión de pago o funciones de pago, pero todo dependerá de si se conforman con ser sostenibles o también quieren ganar millonadas con la red social.

Por último, Bluesky tiene una alternativa a la verificación, aunque pronto será una función de pago. Como nombre de usuario puedes tener un dominio que te pertenece. Por ejemplo, yo en Bluesky utilizo el nombre de usuario yubal.fm, usando el dominio que le he puesto a este blog. Por lo tanto, los usuarios saben que yo soy quien digo ser en esta web, aunque no hay manera de añadir más verificaciones como sí hace Mastodon.

¿Con cuál me quedo yo?

Podría resumir esta respuesta diciendo que Mastodon es la red social que me gustaría que triunfase pero Bluesky es la red social que más acabo usando. En ninguna de ellas ha desembarcado el gran grueso de usuarios “normales” que sí hay en Twitter, en una porque es demasiado complicada y en otra porque no pueden sin invitación. Por lo tanto, lo único que encuentras de momento son geeks en Mastodon, y en Bluesky personas tan mosqueadas con Elon Musk que se han buscado la vida para conseguir una invitación.

Aunque Mastodon tuvo una época gloriosa a principios de año, actualmente la noto bastante más inactiva. Para que te hagas una idea, allí tengo 2.400 seguidores, pero cuando publico algo hay menos interacciones de las que tengo en Bluesky con mis 270 seguidores. Esto me hace pensar que pese a tener 12 millones más de usuarios, muchas de esas cuentas han sido abandonadas

Pero aun teniendo indudablemente muchos más usuarios, también se da el caso de que las conversaciones están ya más dispersas, hay más grupos de usuarios ya, y eso hace que tenga la sensación que tenía en Twitter desde hace años que bueno, pues que tampoco te van a leer mas que tres o cuatro.

Bluesky es más pequeño, pero noto a los usuarios mucho más activos y con conversaciones más versátiles y personales. Es verdad que cuando vaya creciendo las conversaciones también se van a dispersar mucho, es lo normal, pero actualmente es una red social más entretenida para interactuar.

Y a todo esto hay que añadir que, al final, todas las celebridades siguen en X, por lo que sigue siendo la red social de la que los medios se hacen eco. Y lo peor de todo es que, si soluciona sus problemas con la Unión Europea y abre en Europa, la sucesora natural sería Threads de Instagram, una red social absolutamente nefasta con un algoritmo terrible, tan terrible como el de Instagram, donde todo es un caos. Pero oye, en este caos están las celebridades con un algoritmo que fomenta su contenido, por lo que entiendo que será la sucesora, porque además es donde estarán los usuarios de a pie, esos con sus cuentas de Instagram.

Me gustaría que Mastodon o Bluesky tuvieran éxito y consiguiéramos darle importancia a una red social sin algoritmos que puedan manipular lo que leemos. Pero lo veo difícil si ninguna de ellas consigue recibir a los usuarios de a pie, esos amigos que todos tenemos que no quieren complicarse la vida con una red social.

Quizá Mastodon tiene un poco de ventaja, ya que Instagram dijo que Threads se unirá a ActivityPub, lo que puede hacer que los usuarios de ambas redes sociales convivan. Si esto pasa, algo que todavía está por ver porque Meta suele incumplir promesas, podrías consumir el contenido de las celebridades y cuentas importantes de Threads desde la privacidad de una instancia de Mastodon. Pero no creo que Meta e Instagram quieran ponérselo así de fácil.

Pero bueno, respondiendo a la pregunta principal, llevo unas semanas publicando lo mismo en Mastodon y Bluesky, y de momento prefiero usar Bluesky porque hay más gente interactuando. Esto puede cambiar en el futuro, pero es lo que pienso ahora. Habrá que ver si esta red social culmina su expansión abriéndose a todos, o acaba muriendo asfixiada por el requerir invitaciones.

#Internet #Bluesky #Mastodon #RedesSociales

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Este año me he sumergido en las series de Taylor Sheridan, y más concretamente en el universo de ‘Yellowstone’. La serie principal ha servido para recuperar a un actorazo como Kevin Costner, y es muy buena serie y me gusta, aunque no deja de ser sobre unos paletos de pueblo que solucionan sus problemas a base de pegar tiros y matar gente. Vamos, 100% cultura estadounidense. Pero tiene buenas tramas y muy buenos personajes.

Sin embargo, una de las mejores series que he visto este año ha sido una de sus dos precuelas, la de 1883. Y me parece una serie cruda, pero también hipnótica y hermosa. Narra el viaje de una caravana de inmigrantes europeos hacia el lejano oeste de Estados Unidos, cruzando las inhóspitas Grandes Llanuras, y ayudados por unos guías locales. Hasta ahora, el mejor western que había visto era la serie de ‘Godless’ en Netflix, pero creo que ‘1883’ ha conseguido superarla.

1883 y un oeste realmente salvaje

Cuando era pequeño vi algunos westerns, y casi todos eran iguales: un grupo de valientes vaqueros atravesando las llanuras guiando a una caravana y enfrentándose a los malvados indios mientras superaban sin problema cualquier obstáculo. La trama de esta serie puede ser parecida, un grupo de personas atravesando el desierto en una caravana en busca de colonizar el oeste, pero todo lo demás es totalmente diferente.

El gran mérito que le veo a ‘1883’ es que muestra el viaje de una manera salvaje y realista, donde literalmente casi todo te puede matar. Consigue transmitirte como ninguna otra que realmente estás ante un viaje peligroso, y que incluso antes de emprenderlo ya estás sufriendo. Vamos, que si acampas al lado de un río antes de emprender el viaje y el grupo de inmigrantes de Europa del norte y del este empiezan a beber agua despreocupadamente… pues las cagaleras y los males de estómago son el primer problema al que enfrentarse. Y casi puedes morir antes de empezar siquiera el viaje.

Una de las cosas que me gustan de Taylor Sheridan, el creador de la serie, es cómo describe siempre a los nativos americanos. Lo hace en Yellowstone, mostrándolos con respeto y transmitiéndote cómo anhelan algún día recuperar la tierra que les robaron. Y en ‘1883’ es todavía más respetuoso. Aquí, estos nativos están muy lejos de ser los indios salvajes que muestran los westerns clásicos, y nos muestra su cultura, su respeto por la vida y por la naturaleza, y sus motivaciones.

El peligro real de este viaje, por lo tanto, no son los nativos. Uno de los peligros más reales son los bandidos y los atracadores, esos despiadados hombres blancos que se muestran con la maldad que uno puede esperar de una tierra sin ley. Vienen y te atracan, y si pueden, por el camino violan y asesinan. El otro peligro es la naturaleza, el desierto, y un viaje por sitios sin colonizar, sin ciudades, sin agua y sin recursos. Sí, hay un momento en el que se muestra la fiereza de los nativos americanos y lo mortales que podían ser, pero puedes entender el por qué lo hacen.

Y además de todo esto, es una serie muy bien escrita, hecha con mimo y narrada desde el punto de vista de una mujer joven que va saliendo de las imposiciones de la cultura occidental para encontrar su libertad. Por momentos puede parecer ‘Bailando con Lobos’, por otros momentos es simplemente una aventura de la que disfrutas. La manera de escribir de Sheridan me gusta mucho, me gusta cómo construye a sus personajes, y cómo hasta los secundarios tienen mucha personalidad y peso. Y sobre todo me gusta cómo siempre hace que el paisaje y la naturaleza sea también uno de los personajes. En definitiva, es una serie muy recomendada.

#Series

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En las últimas 3 semanas he podido ver en directo a las que para mi son, con diferencia, dos de las mejores bandas actuales del rock/metal español: Dry River y Delalma. Y a las dos las he podido ver en la Rock City de Almàssera, que posiblemente sea la sala de con mejor sonido de esta comunidad autónoma.

En los últimos años tuve la falsa impresión de que en España no había proyectos musicales interesantes, que siempre eran los mismos, pero en cuanto uno empieza a prestar atención se da cuenta de que nada más lejos de la realidad, que hay muchas bandas con muy buenas ideas buscando que se las escuche.

La magia de Dry River

Si alguna vez has hablado de música conmigo o hemos comentado nuestros grupos favoritos, ya sabrás que mi grupo fetiche es Dry River. Es una banda cuyo espectro musical cubre desde el hard rock hasta el metal progresivo, con unas temáticas muy variadas, y con lugar tanto para canciones fiesteras y desenfadadas como para otras más serias, más técnicas y más espectaculares.

En un 2023 totalmente lleno de conciertos, Dry River es, junto a Annacrusa (mi otro grupo español favorito del que ya os hablé), la banda a la que más veces he disfrutado en directo. Y cada concierto de ellos es una fiesta y una auténtica locura musical, no te cansas nunca de repetir. Esto es así primero porque son todos unos músicos totalmente brillantes, y te puedes quedar embobado simplemente viéndolos tocar. De las guitarras al bajista, pasando por el teclado y la batería, todo suena siempre impecable por muy difícil que sea la canción, y tienen a un Ángel Belinchón que es posiblemente uno de los mejores cantantes de España.

Como pequeña anécdota, cuando en septiembre fui a Holanda a ver a Ayreon en directo, con sus 19 cantantes internacionales en un espectáculo de Ópera de Heavy Metal, al volver tenía la sensación de que tras escuchar todas esas voces parecía que le notaba un poco más las carencias de la mayoría de cantantes españoles. Y cuando pensé en eso, Ángel es una de las pocas excepciones que me vino a la cabeza. Tiene una voz impecable que no falla nunca, y también mucho carisma y muy buen humor sobre el escenario.

Pero él es solo la voz cantante (ja) de una banda de auténticos genios, aunque la injusticia de la industria musical sigue haciendo que sean menos conocidos de lo que se merecen. En esto, es como uno de esos secretos que pasan de boca a boca. Si tienes a una amistad con buen gusto musical, como me pasó a mi, te dirá un día que pruebes a escuchar a Dry River. Y cuando tú se lo recomiendas a alguien, sabes perfectamente que vas a hacer su vida un poco mejor.

El concierto, como siempre, fue una fiesta. El sonido fue genial, las canciones muy buenas, y las dos horas de concierto se pasaron volando. De hecho, pese a estas dos horazas de temazo tras temazo, todavía hay canciones que echas de menos escuchar, porque tienen una discografía absolutamente brillante.

Además, otra de las buenas cosas que tienen los “drirris”, es que tienen una comunidad de fans que es como una familia, por lo que disfrutas tanto del concierto como de los momentos anteriores y posteriores en los que puedes charlar con muchas caras conocidas y comentar lo bien que nos lo hemos pasado todos.

La pegada de Delalma

Delalma es lo que se conoce un supergrupo, un grupo de metal formado por integrantes famosos que han pasado de bandas muy conocidas, como en este caso Mägo de Oz y Avalanch. Solo llevan un disco y menos de un año sobre los escenarios, pero ya son por méritos propios una de las mejores bandas que tenemos en el país. Simplemente, le han ido adelantando por la derecha a la mayoría de las bandas consagradas, y en menos de un año ya llevan a sus conciertos el público que a otros les cuesta bastantes años de carrera poder juntar. Y es que si me das a elegir entre ver en directo a la mayoría de bandas consagradas del rock/metal español y Delalma, posiblemente vaya a ver a estos últimos.

Había tenido la oportunidad de ver a Delalma en el festival Ripollet Rock hace unos meses, y aunque lo disfruté muchísimo, me quedaron algunas dudas. Pero ya sabemos todos que el sonido de los festivales suele ser malo, por lo que tenía ganas de poder verlos en una sala en condiciones y comprobar cómo se defienden realmente sobre el escenario. Y vaya si se defienden, porque me metieron alucinando desde la primera canción.

Delalma tienen una garra y una pegada sobre el escenario difícil de explicar. Hay tres tipos de grupos: los que suenan en directo que en un disco, que son la mayoría, los que consiguen sonar igual que en el disco, y los que suenan en directo mucho mejor que en el disco. Y Delalma es uno de los máximos exponentes de este último grupo, dejándote con la boca abierta por la fuerza y la energía que son capaces de transmitir. Ni siquiera los vídeos que he grabado para No me pierdo un bolo parecen ser capaces de captarlas.

La historia de Delalma es también la historia del renacer de Ramón Lage, su cantante. Perteneció durante 10 años a Avalanch, una de las bandas de heavy metal más famosas de España. Tuvo la mala suerte de entrar sustituyendo a Víctor García, quien entonces era la voz más carismática del panorama metalero de este país, y tenía un registro totalmente diferente. Las comparaciones fueron todas destructivas, la gente fue muy cruel con él, hasta que en 2012 acabó abandonando Avalanch para poco después decidir abandonar la música para no volver.

Pero tras 5 años intentándolo, Manuel Ramil y Seoane (teclista y guitarrista) consiguieron convencerle para unirse al proyecto de Delalma, y publicar el primer disco juntos en enero del 2023. Mientras, en la década que Ramón pasó lejos de los escenarios, muchísima gente acabó dándose cuenta de la buenísima voz que habíamos perdido, y ahora en su regreso en todos los conciertos recibe innumerables muestras de cariño.

Qué buena manera de terminar el año

Además de Dry River y Delalma, en las últimas semanas también he tenido la suerte de ir a otros conciertos (como el de Astral Experience) de los que también he disfrutado tanto por la música como por la compañía que tuve en ellos. Pero haber podido ver a estos dos gigantes de la música en español me parece la mejor manera de cerrar el año musical.

Sí, sé que posiblemente acabe yendo a varios conciertos más antes de acabar este 2023, pero si no fuera así tampoco me importaría, porque el buen sabor de boca que me han dejado los dos de los que os he hablado hoy me parecen ya una buena manera de cerrar la temporada.

Un pequeño spoiler. El 2024 lo empezaré viendo a Dry River en Madrid en enero, y confieso que sería un pequeño sueño que pudieran invitar a Ramón Lage a colaborar con ellos en él. Porque ver a Ángel y a Ramón cantando juntos sería la mejor manera de empezar el año.

Y si has leído todo esto, recuerda que los vídeos de todos los conciertos a los que voy los subo a No me pierdo un bolo, tanto en Instagram como en TikTok.

#Personal #Música #Concierto

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Hoy es el día de Todos los Santos en España, ese festivo en el que todas las personas van a los cementerios de sus localidades para recordar a los familiares que ya no están. Y es un día perfecto para contarte que yo trabajé en un cementerio durante tres años, y que desde dentro es el día con más trabajo del año.

Sí, esta pequeña entrada es un reconocimiento para todos esos trabajadores que llevan una o dos semanas limpiando y adecentando el cementerio para que esté perfecto. Esos trabajadores que 30 minutos después de abrir las puertas empezarán a tener que limpiar toda la porquería que los demás dejan en todas partes, porque dos o tres metros parece que es demasiado lejos para molestarte en tirar algo a la papelera en vez de en el suelo.

Esos trabajadores que tendrán que hacer de intermediarios porque sí, porque hay personas que roban flores y objetos de otras tumbas. Y así, acabas teniendo que calmar a esa persona que vino ayer a arreglar una tumba o un nicho y que, cuando ha vuelto hoy, ha visto que sus flores han desaparecido.

Yo, enterrador

En 2016, comenté en mi actual trabajo que había sido enterrador, y me pidieron escribir un artículo sobre cómo fue esa experiencia. El resultado fue un artículo llamado Fui enterrador durante tres años y no es un trabajo tan muerto como se piensa, y que te invito a leer si quieres saber todos los detalles sobre ese trabajo, lo que experimentas en él y cómo afecta a tu manera de ver las cosas.

Cuando le cuento a alguien que he trabajado como mozo funerario o enterrador puede haber dos tipos de reacciones. A veces puedes ver el morbo brillar en los ojos de la otra persona, y te hace todo tipo de preguntas (aunque puedes reconocer que hay muchas otras que no se atreve a hacer). Y hay otras personas que simplemente prefiere no hablar de ello, porque la muerte todavía sigue siendo un tema muy tabú.

Tal y como cuento en el artículo, los primeros dos o tres meses de este trabajo fueron muy duros mentalmente, ya que ves cosas bastante duras a diario. Todavía tengo grabado a fuego en mi mente el primer cuerpo que desenterré. Pero la mente humana es capaz de adaptarse a cualquier cosa, y luego te conviertes en ese amigo del grupo al que todos miran cuando salen cadáveres en una película y serie. Porque sí, yo soy esa persona que te dice “esos huesos están demasiado blancos” o juzga el aspecto que tiene el cadáver o la momia que aparece en pantalla.

No quiero extenderme mucho sobre cómo es el trabajo de enterrador, porque está todo en el artículo, y no quiero limitarme a copiar y pegar lo que puse en él en su día. Pero sí te diré que he hecho y he visto todo lo que puedes imaginarte. He enterrado, he incinerado, y he desenterrado cuerpos en todo tipo de estados. Por ley, un cuerpo no se puede desenterrar hasta que hayan pasado 3 o 5 años (creo). Solo se puede hacer antes en casos excepcionales. Y yo, que he sido testigo de algunos de esos casos, te aseguro que hay una buena razón para estos límites.

No voy a dar muchos detalles, pero lo que hueles y lo que ves en esos casos es muy difícil de soportar y olvidar, y he visto enterradores con muchos años de experiencia teniendo que irse porque sus tripas no lo aguantaban. En mi caso, parecía ser de los que mejor lo llevaba del equipo, por lo que fui uno de los dos o tres a los que siempre llamaban para ello.

Sin embargo, lo peor de este trabajo no son los muertos, porque al final son solo cascarones vacíos. Lo peor es el dolor de los vivos. Cuando la muerte es natural y la persona era ya muy mayor o estaba muy enferma es un dolor suele ser más llevadero. Sí, duele mucho, pero te queda el consuelo de que esta persona vivió una vida larga… o por fin ha dejado de sufrir. Pero lo peor de todo, lo que más te destroza por dentro es ver el dolor de una madre cuando entierra a una hija o un hijo con de apenas 4 o 5 años.

Como puedes imaginar, este es un trabajo lleno de esos momentos que se te quedan grabados en el recuerdo. Puede haber algunas anécdotas divertidas que le cuentas a alguien que te pregunta para ver la cara que pones, pero los momentos realmente serios sueles guardártelos para ti.

Pero tampoco lo considero un trabajo negativo. Si miro hacia atrás, soy consciente de que me ha ayudado a entender mucho mejor la vida y la muerte. He dejado de creer en cosas como religiones y fantasmas, he aceptado lo corta que es la vida, y he aprendido bastante sobre cómo se comporta la gente cuando tiene que mirarle a los ojos a ese final inevitable al que todos estamos destinados. Fue una experiencia interesante.

Este pequeño artículo ha sido bastante superficial, pero si te has quedado con ganas de más te invito a leer el que escribí para Xataka Magnet, llamado Fui enterrador durante tres años y no es un trabajo tan muerto como se piensa.

#Personal

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Llevaba varios años dándole la vuelta a comprar el dominio de Yubal.FM. Básicamente porque es un nombre de usuario que utilizo en muchos sitios, ya que ese FM coincide con mis apellidos de Fernández Moreno. Pero nunca había dado el paso hasta ahora porque este tipo de dominios son caros… pero al final he decidido dar el paso.

Este blog empezó con un experimento. Echaba de menos tener un sitio en el que escribir de vez en cuando las cosas que me pasan por la cabeza, y decidí darme un año de prueba. ¿Merecería la pena pagar la suscripción de write.as a cambio de tener este blog minimalista? ¿Realmente lo aprovecharía?

La respuesta es que no lo he aprovechado, porque lo he tenido abandonado muchas veces. Sin embargo, sí que me merece la pena tener esto aquí y poder desahogarme de vez en cuando. Aunque tengo solo muy pocos lectores y muy pocas personas se han suscrito, no sé, puedo decir que sí me da cierta satisfacción.

Por lo tanto, te doy la bienvenida. Si no te quieres perder mis publicaciones tienes tres maneras de hacerlo: puedes simplemente visitar el blog o añadirlo a un programa de RSS, si tienes cuenta de Mastodon puedes seguir a la cuenta @blog@yubal.fm donde se publican automáticamente los nuevos posts, o puedes registrar tu correo electrónico para que te lleguen por e-mail, como si fuera una newsletter. Muchas gracias a todos los que perdéis 5 minutos cada ciertos días en leerme.

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Confieso que no soy un fan de los musicales, excepto con la gloriosa excepción de Los Miserables, que he visto dos veces: una en Madrid y otra en Londres. Sin embargo, siendo uno de los más famosos del mundo, cuando un amigo propuso ir a Madrid a ver El Fantasma de la Ópera decidí acudir. Una buena oportunidad de ir y visitar un poco la ciudad, ya que normalmente voy por trabajo y no hay mucho tiempo para eso.

Cuando faltaban unas semanas para el viaje, vi que la banda polaca Riverside daba un concierto en Madrid, y que era justo el mismo día que teníamos programado el regreso. Por lo tanto, pedí un día libre más, reservé una noche más de hotel y decidí quedarme yo solo para ver el concierto.

En 2022 hubo dos bandas que escuché compulsivamente. Una era Leprous, a los que pude ver en directo en febrero en Barcelona. Y la otra era Riverside, que hacen un delicioso rock progresivo muy melódico. De hecho, Riverside fue el grupo que más escuché el año pasado, por delante de Riverside, por lo que me pareció una buena manera de seguir y casi culminar este 2023 lleno de conciertos.

Un pequeño pero provechoso viaje a Madrid

Por lo tanto, fuimos a Madrid un sábado, y lo que iba a ser un pequeño viaje hasta el lunes fue un viaje de 4 días hasta el martes para mi. Pequeño, corto, pero productivo. El mismo sábado que llegamos fuimos a ver El Fantasma de la Ópera, y la verdad es que el musical me gustó muchísimo.

Quizá, para un “no amante” de los musicales como yo, me pareció que la obra estaba un poco descompensada. En la primera mitad antes del descanso habían cantado ya las canciones más icónicas, y eso hizo parecer que la segunda parte fuera un poco más floja. Pero la historia era interesante, y la producción fue sublime, con un escenario que giraba que le daba mucha vistosidad, junto a unos efectos especiales muy sorprendentes.

En cuanto a los cantantes, todos estaban a buen nivel, pero Gerónimo Rauch (a quien ya vi en Los Miserables de Madrid haciendo de Jean Valjean) se comió a todos con patatas. Tiene una voz sencillamente espectacular, como sacado de otro planeta, y estaba muy muy por encima de los demás.

El domingo lo pasamos de turisteo, visitando varias zonas de Madrid, desayunando chocolate con churros, y dando un largo paseo por el parque del Retiro, visitando algunos museos y, sobre todo, caminando mucho por toda la ciudad. Queda a destacar también ir al Museo Arqueológico Nacional para visitar la Dama de Elche, la famosísima escultura íbera realizada en piedra caliza entre los siglos V y IV a. C.

También fue interesante ver por primera vez la estatua al Ángel Caído, levantada a 666 metros sobre el nivel del mar según dicen, ya que no suele haber muchas representándolo, y en general fue un día de mucho caminar.

El lunes ya me quedé solo, y estaba tan agotado del domingo que sencillamente no quise hacer mucho. Pero el día terminó con el concierto de Riverside, y si era un grupo que ya me gustaba mucho, en directo simplemente me enamoraron.

Cuando ves a un grupo de música tocar en directo pueden pasar dos cosas. Puede ser que no estén a la altura de los discos de estudio, por música o por voz, o puede que los superen con creces. En este caso fue el segundo caso, con canciones muy cambiadas y arregladas para el directo, y un setlist mucho menos melódico y melancólico, y más pensado para hacer disfrutar a los amantes del buen Prog. Disfruté el concierto como un enano, y de regalo me llevé el poder descubrir a Lesoir, una banda holandesa que les acompañaba en la gira y que también lo hicieron muy bien.

En definitiva, un fin de semana corto pero muy bien aprovechado. No suelo viajar mucho para ver conciertos, lo que hace que normalmente me pierda a los grupos grandes que se limitan a venir a Madrid y Barcelona, pero este año mereció la pena ir a ver a Leprous y Riverside.

#Personal #Música #Concierto #Viaje #Musical

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