Yúbal.FM

Personal

El 2023 ya ha quedado atrás, y tras una primera semana de 2024 toca echar la vista atrás y repasar la música que más escuché durante el último año. Es verdad que ya te conté que el 2023 fue un año lleno de conciertos, pero este repaso está orientado a lo que he escuchado en plataformas de streaming, igual que el que hice el año pasado.

Aunque en 2023 empecé con Apple Music, probé Spotify y terminé volviendo a Apple Music, todos mis datos de escucha estaban centralizados en mi perfil de Last.fm, y con él puedo hacer un repaso a los artistas y los álbumes musicales que más he escuchado en los últimos 365 días.

Mis artistas más escuchados de 2023

Este año ha sido muy especial, ya que he tenido la posibilidad de ir a varios conciertos de Dry River, el mejor grupo de rock de España. Esa posibilidad de verlos en directo nada menos que tres veces ha hecho que queden coronados como el grupo que más he escuchado en 2023. Dry River son los líderes, pero en segundo lugar ha quedado otro grupo que he descubierto este mismo año.

Lo de Annacrusa ha sido un auténtico flechazo. Fui a verlos por primera vez en mi vida en marzo, y desde entonces ha sido un no parar, para ir a un total de 5 conciertos suyos. Son una auténtica delicia musical, uno de esos grupos tan buenos que resulta incluso ofensivo para el amante de la música que no sean más conocidos. Además, son buenísima gente, por lo que tienes el pack completo. Ellos han sido mi segundo grupo más escuchado del año, muy MUY cerca de Dry River.

Riverside y Leprous fueron el primer y segundo grupo que más escuché en 2022, y en 2023 ocupan el tercer y cuarto puesto. Con Leprous empecé el año a tope, ya que incluso pude verlos en directo en febrero. Pero poco a poco se fueron desinflando, mientras que Riverside ha sido una constante. Quizá ha sido porque Leprous en directo me dejó un poco frío, mientras que Riverside me enamoró completamente cuando los vi en directo este verano, y eso ha hecho que me reenganche a su último álbum y lo haya estado escuchando todo el año.

A Ayreon también fui a verlos a Holanda, una nueva peregrinación musical para ver una ópera de metal con dos decenas de los mejores cantantes internacionales, y eso les ha llevado a un quinto puesto por encima de un genio como Steven Wilson. Wilson también ha sacado un nuevo disco este año, pero aunque tiene auténticos temazos, en general me ha dejado un poco frío.

En el top 10 también están el griego Jargon, Pain of Salvation, Delalma (otro auténtico grupazo español) y Pink Floyd. De estos descartaría Jargón, mi gran flechazo del año pasado que en 2024 va a sacar nuevo disco en solitario, y Delalma, una banda compuesta por miembros de Mägo de Oz, Avalanch o Celtian. Auténtica clase con el retorno de Ramón Lage a los escenarios más de una década después.

Mis discos más escuchados de 2023

Si Dry River y Annacrusa fueron primero y segundo en cuanto a los artistas más escuchados, alternan sus puestos en los discos que más han sonado en mi casa en 2023. La Espina es el segundo disco de Annacrusa, lanzado en 2023, y para mi es el mejor nuevo disco de un artista nacional de todo el año pasado. Sin peros, simplemente fue un flechazo, y desde la primera vez que escuché su música me encantaron. Cuarto Creciente salió el año pasado, pero habiendo visto varias veces en directo a Dry River en 2023 se ha mantenido alto.

Tras el flechazo de verlos en directo, el nuevo disco de Riverside también ha estado sonando sin parar, así como el hipnótico álbum de Jargon, que es uno de esos que te pones y acabas devorando de principio a fin sin darte cuenta.

Como he comentado un poco más arriba, Delalma ha sido otra de las grandes sorpresas nacionales del año, y esto se refleja en lo mucho que he escuchado su disco. Y el sexto puesto lo tiene el álbum 01011001 de Ayreon, que aunque ya tiene bastantes años es el que interpretaron en directo en su concierto de Tilburg este septiembre.

Un año en el que el producto nacional ha brillado

He de decir que en la última década me había alejado totalmente del rock y el heavy que se hacen en España. Sin embargo, y gracias al empuje de Dry River, en los últimos dos años he ido reencontrándome con nuestro metal patrio, y solo me ha dado alegrías. El hecho de que mis dos bandas favoritas sean de mi ciudad le ha dado un extra de proximidad, y me ha permitido tener una relación cercana que, a su vez, me ha ayudado a ir descubriendo otros proyectos de otros músicos de la zona y el país en el que vivo.

Pero en definitiva, la música que más he escuchado este año es el reflejo de los conciertos a los que he ido, ya que antes de ir a uno me gusta ponerme los discos y canciones de los artistas para ir aprendiéndome las canciones, y después de los conciertos me los vuelvo a poner para recordar los momentos vividos.

#Personal #Música

Es verdad que 2023 es un año en el que parece que todo el mundo está en llamas, pero debo confesar que para mi ha sido un gran año en lo personal y lo profesional. Ha sido un año con un pequeño golpe de timón que me ha traído nuevas y satisfactorias experiencias.

Un año de música y nuevas personas

El año pasado, después de que tras el verano pareciera que lo peor del COVID por fin había pasado y de que fuera a un par de conciertos, mi propósito para 2023 fue el ir a más de ellos. ¡Y vaya si se ha cumplido!

En 2023 he ido a 29 o 30 conciertos, entre festivales, pequeños bolos, y otros conciertos más espectaculares. En ellos he podido ver a algunos de mis músicos favoritos, pero también descubrir nuevos talentos o explorar nuevos géneros musicales. Cada uno de estos conciertos ha sido único a su manera, con muchos recuerdos que mantendré para siempre.

Pero si ha habido algo mejor que los conciertos, eso ha sido la gente que he ido conociendo en ellos. A veces, son esas personas a las que llevas tiempo viendo en conciertos, coincidiendo aquí y allí, y que por fin empiezas a charlar con ellas y trabar amistad. Pero otras veces son amistades que llegan de repente, con cosas tan sencillas como ponerse a hablar de rock islandés mientras vemos un concierto, y que ahora parece que sean amigos desde hace años. Es una maravilla poder quedar de vez en cuando con unos, o simplemente ir coincidiendo con otros.

Ya sea dentro de los conciertos como fuera de ellos, incluyendo redes sociales, este ha sido un año en el que he conocido a más gente nueva que casi los últimos 10 años juntos, y eso ha hecho de este 2023 un año increíblemente enriquecedor. Cada nueva persona que conoces es una ventana a una nueva manera de ver el mundo, y resulta siempre interesante.

Sigo siendo un privilegiado en lo laboral

Un compañero de trabajo me dijo hace unos meses que posiblemente yo sea una de las personas más leídas de España. Estos son detalles en los que yo no pienso en el día a día, pero que cuando me paro a pensarlo me hace ser consciente de lo privilegiado que soy y la suerte que tengo.

Soy privilegiado porque escribo en la web de tecnología más importantes de España, y en uno de los grupos más fuertes del país. Además, la sección de mi trabajo ayuda a muchas personas a aprender sobre tecnología, algo que me da una satisfacción doble.

A todo esto, tengo que añadirle la suerte que es contar con unos compañeros de trabajo maravillosos, y formar parte de un equipo de muy buenas personas que hacen que el trabajo no parezca tanto un trabajo. Esto hace que las horas pasadas frente al ordenador se pasen mucho más rápido y de mejor manera.

2024 lo tiene difícil

En resumen, y pese a las enormes tragedias que está habiendo en Europa y alrededores, con la invasión de Ucrania, el genocidio de Gaza o el crecimiento de partidos políticos fascistas en toda Europa, he de decir que el 2023 ha sido uno de los mejores años que recuerdo. Y eso se lo pone muy difícil al 2024.

Por lo tanto, para el próximo año ya solo pido que sea lo más parecido posible a este año, y que pueda seguir disfrutando del trabajo, de la música y de las amistades que van surgiendo por el camino.

#Personal

Suscríbete a mi blog por e-mail aquí:

Hace diez años yo era un usuario convencido de Android al que le gustaba probar ROMs personalizadas y toquetear por todos sitios. Lo mismo pasaba en mi PC, donde siempre estaba probando alguna distribución de GNU/Linux, probando lo que la gente hacía y buscando la que mejor se adaptaba a mi en cada momento. También era un fan convencido de Google, y llegué a plantearme crear un blog solo para hablar de cosas de su ecosistema.

Me gustaba mucho cacharrear, y abogaba siempre por el software libre o abierto. Ahora, sin embargo, me he convertido en un feliz prisionero del ecosistema de Apple, quizá podría decir que me he vuelto aburrido, y me conformo con unos productos que casi siempre funcionan y se llevan muy bien entre sí. Sin riesgos, y con muchos menos experimentos.

¿Cómo he llegado de un extremo a otro en solo una década? Acompáñame por este viaje en siete paradas en el que voy a intentar explicarte como ha sido cada uno de los pasos que me ha llevado en esta dirección.

1. Entro a trabajar en Weblogs

La primera parada de este viaje es un cambio laboral, y es haber entrado a trabajar hace nueve años en lo que antes era Weblogs SL, y ahora es Webedia España. Desde que tengo uso de razón, yo siempre he tenido algún blog y escribía en algún sitio sobre temas diversos, y un buen día tuve la opción de dedicarme a ello profesionalmente. Empecé en la web de Genbeta, y eso me sacó de mi burbuja particular, exponiéndome a todos los software por igual. Ya daba igual que fuera privativo o libre, o que me cayese bien o mal, tenía que estar informado e informar de todos por igual

Esto hizo que en poco tiempo mis puntos de vista empezasen a enriquecerse y ampliarse a base de estar expuesto a todas las tecnologías y estar leyendo sobre todas ellas. Las cosas ya no eran blanco y negro, y era capaz de ver los puntos a favor y en contra de todo lo que ocupa el mundo tecnológico.

Esta amplitud de mis conocimientos y mis puntos de vista fue un primer paso hacia el abismo, pero yo todavía no era consciente de ello. En Genbeta había entonces una gran comunidad de lectores amantes del software libre, GNU/Linux y demás, y me seguía sintiendo cómodo con estos ideales, aunque desde esta comodidad ya había empezado a abrir ventanas para mirar hacia otros paisajes.

2. De Linux a Windows 10

Dos o tres años antes de entrar en Webedia, había estado probando una gran cantidad de distribuciones GNU/Linux, desde las más sencillas como Ubuntu hasta otras más complejas como Arch Linux, pasando por puntos intermedios de Arch, que era la más versátil, como Manjaro. Era feliz cacharreando. Pero poco a poco, cuando ya tenía que sentar unas rutinas laborales y necesitaba estabilidad, fui inclinándome hacia Windows.

Todo empezó con el lanzamiento de Windows 10, y que ya desde las versiones preliminares veía que me gustaba. Empecé teniéndolo en Dual-Boot con GNU/Linux, de forma que pudiera tener ambos sistemas operativos en el ordenador e ir alternando entre uno y otro. Pero poco a poco, Windows fue convirtiéndose cada vez más en protagonista, y en uno de mis formateos de limpieza anuales acabé dejando a Windows solo y sin más doble boot.

En esta decisión también tuvo que ver mi nueva rutina. Cuando entré a trabajar escribiendo primero en Genbeta y luego en Xataka, el ordenador dejó de ser un dispositivo de ocio para convertirse en uno laboral. La manera y el objetivo con el que lo utilizaba cambió, y ya no buscaba tanto experimentar como la estabilidad, y eso me acabó llevando a Windows 10 y sacándome de GNU/Linux. Era un paso obvio.

3. Android empieza a no convencer

Mi primer “smartphone” fue un Nokia N97, si es que se le podía llamar smart, pero luego vino el Samsung Galaxy S2 y desde entonces permanecí en Android. Eran tiempos emocionantes, y Android no paraba de innovar. Google también lanzó sus propios dispositivos, y tras el Galaxy Nexus vino mi querido y amado Nexus 4, que todavía conservo en casa. Yo era fan de Google, y los móviles Nexus fueron mi nuevo hogar.

Entonces, pasaron dos cosas. En primer lugar, Google empezó a decepcionarme abandonando los productos que más me gustaban. Empezó por Google+, y luego fueron muchos otros más. Parecía, que cada vez que lanzaba algo brillante lo acababa abandonando, y esto sigue en nuestros días con últimos ejemplos como Stadia. Dejé de ser un “Googler” porque la propia Google me sacó de ahí.

En segundo lugar, cuantos más conocimientos tecnológicos tenía más le pedía a mi móvil, y empecé a verle las costuras a los dispositivos Android. Dejé de ser tan conformista, y coincidió con unos años en los que parecía que a todos los móviles Android les faltaba algo. Desde el primer modelo, yo quería tener un móvil Pixel para seguir con Android limpio, pero parecía que si no era la pantalla era el tener cámara sin zoom óptico o la batería, pero siempre había algo que fallaba en cada nuevo modelo.

Y aunque bastante top, las alternativas por las que me decantaba (los Galaxy S7 y S9), tampoco me terminaban de enamorar. La sensación es difícil de explicar para alguien que no es un geek tecnófilo como yo, porque la mayoría de gente es más conformista. Pero daba la sensación de que no terminaba de salir un móvil que me convenciese al cien por cien.

4. Una oportunidad a iOS

En este contexto de insatisfacción, cuando mi Galaxy S7 tenía dos años empecé a considerar dar el salto al iPhone. Tras ya unos años expuesto a toda la información tecnológica iba viendo las cosas positivas que ofrecía el ecosistema de Apple, y me picaba mucho la curiosidad de poder cacharrear con él. Pero eran dispositivos tremendamente caros, y les faltaban cosas clave. Me horrorizaba que no tuviera cajón de apps y todas las que instales estuvieran en el escritorio, que a su vez era simple y sin widgets. Acabé siguiendo en Android con un S9.

Pero dos años después la duda volvió, Google seguía sin terminar de convencer con los Pixel, y me había aburrido de los Samsung que seguían sin convencerme al cien por cien. Había mil modelos de Android, y ninguno me terminaba de convencer. Mi curiosidad había seguido creciendo, mi afán de cacharreo, y decidí darle una oportunidad a Apple.

Mi idea era probar con el iPhone durante una generación, mientras Samsung o Google se ponían las pilas, y luego volver cómodamente a Android. Mi primer iPhone fue el 11 Pro, y todavía recuerdo cuando se lo dije a María, la directora de Xataka. Cuando le dije que me había comprado un iPhone, ella me dijo medio bromeando que ya no habría vuelta atrás. Me lo tomé a broma, ya que no me podía imaginar la razón que tenía.

5. Me quedo en iOS

Dio la casualidad de que cuando llegué al iPhone, iOS empezó a Androidificarse. Todas las cosas que no me gustaba de iOS acabaron cambiando, y llegaron los widgets o el cajón de aplicaciones. Con estos pequeños pasos, las cosas que más sabía que echaría de menos yendo al iPhone, esas que me harían volver a Android, poco a poco fueron llegando a iOS. Fue como una trampa.

Después un pequeño periodo de aprendizaje, debo confesar que iOS me convenció desde el principio. Era cómodo y fácil. Además, poco a poco iba abandonando aplicaciones de terceros como las de Microsoft de contraseñas o el navegador para ir utilizando las nativas de Apple. Era un móvil equilibrado, con una fotografía que quizá no era la mejor, pero estaba entre ellas, y una grabación de vídeo que era y sigue siendo muy superior a la de Android. En definitiva, tras dos años con el iPhone 11 Pro pensé en pasarme a un nuevo móvil y tras mirar lo que ofrecía Android acabé yendo casi automáticamente al iPhone 13 Pro. Más de lo mismo, más de lo que me gusta, con algunas pequeñas mejoras.

Cuando vendí el iPhone 11 Pro para comprarme el 13 Pro encontré otra de las ventajas de los iPhone. Habiendo vendido dos años antes el Samsung Galaxy S de gama alta con dos años a sus espaldas, me habían dado tres veces menos de lo que me dieron al vender el iPhone 11 Pro, y eso que el 11 Pro lo vendí a un conocido por menos de lo que podría haberlo vendido. Los iPhone perdían mucho menos valor, y esto ayudaba a que el sobrecoste de los nuevos modelos se equilibrase con el precio de los Android.

Finalmente, entre unas cosas y otras y aunque la libertad y apertura de Android siempre me pareció algo muy positivo, tuve que ser honesto conmigo mismo. Ya era un usuario de iPhone, y sería muy difícil dar vuelta atrás. ¿Qué era lo siguiente?

6. Una oportunidad a macOS

A principios de 2017, desde la dirección de Xataka me propusieron crear conmigo una nueva sección llamada Xataka Basics, donde haría artículos explicándole de forma coloquial a los usuarios con menos conocimientos los principales conceptos tecnológicos de nuestro día a día. En esta sección también haría artículos y tutoriales tocando múltiples sistemas operativos. Pero yo no tengo un dispositivo de cada tipo, o sea que para cosas como artículos sobre Mac le tenía que pedir siempre capturas de pantalla a compañeros, aunque era un sistema operativo que tampoco tocábamos tanto.

Pero a mi siempre me ha gustado cacharrear, y pensé que sería bueno pedir el préstamo de un Mac a la empresa para poder escribir un poco más sobre él y, de paso, poder probarlo un poco. La idea era hacer tres o cuatro artículos amplios sobre lo que podías hacer con él y algunas de sus configuraciones, y luego devolverlo para volver a la comodidad de Windows.

Me concedieron el préstamo provisional, y acabé con un Macbook de los pesados con procesador Intel. En un principio lo probé un poco y no me gustó mucho, por lo que hice algunos artículos y lo guardé a espera de que me lo pidiesen de vuelta. Pero antes de que esto pasase, la curiosidad me llevó a darle una segunda oportunidad para probarlo un poco más a fondo, o sea que lo conecté al monitor, le puse mi teclado y ratón y lo utilicé como una CPU.

Recuerdo que durante el primer día aluciné completa y absolutamente con su silencio. Era mil veces más silencioso que mi PC, algo que me enamoró mucho, aunque teniendo procesador de Intel había algunos picos más ruidosos. Pero en general, a veces no me podía creer que estuviera encendido, porque no lo parecía.

Empecé este experimento con excepticismo, pero a los pocos días algo dentro de mi ya sabía que quería más de esto. Ya no solo por una interfaz que me traía los mejores recuerdos de Linux, sino también por esas interacciones con iOS. AirDrop para enviar cosas de un sitio a otro, sacar una foto con el iPhone y que esté al momento en la app Fotos integrada en el Mac, que los SMS del móvil me llegasen al ordenador... Todo era fácil, y ya no necesitaba muchas de las apps de terceros que usaba en Windows para conseguir parte de estas integraciones.

Como consecuencia, el año pasado acabé comprándome un Mac.

7. Atrapado en el ecosistema

Un iPhone, un Apple Watch y un Mac, este fue el principio. Siempre había visto el ecosistema cerrado de Apple como una afrenta a la libertad en la tecnología, pero una vez probé los beneficios que me ofrecía ya no quise volver atrás. Quizá también tenía que ver que había cumplido 41 años, y que empezaba a no apetecerme tanto estar cacharreando, simplemente quería algo que funcionase bien, y que si tenía un dispositivo le pudiera sacar el máximo provecho.

Hasta este entonces, en mi casa había habido todo tipo de dongles para la TV de varias marcas, de altavoces inteligentes de Google o Amazon, y de muchos trastos por todos lados. Decidí hacer limpieza. Todos los productos de Apple costaban un riñón y medio, pero si apostaba por ellos, tendría menos cacharros en general, habría más minimalismo, limpieza, y todos mis aparatos se llevarían bien entre ellos.

Compré un termómetro conectado para la terraza y un altavoz de Apple, que a su vez hacía de Hub con el termómetro y se integraba con el ecosistema de Apple para verlo desde cualquier dispositivo. Acabé comprándome un Apple TV para conectarlo al televisor, y evidentemente también cayeron unos Airpods Pro 2, porque aunque siempre había apostado por los intrauriculares inalámbricos de Sony, el hecho de que unos Airpods alternen entre Mac e iPhone automáticamente según cuál esté usando me parecía brillante.

Apple sigue haciendo cosas mal, siempre he querido mantener la perspectiva y no convertirme en un fanboy cegado por el brilli brilli de la manzana. Sin embargo, Google las ha hecho peor, y con el paso del tiempo se me han quitado todas las ganas de usar sus productos. Eso y mi creciente conformismo y menos ganas de cacharreo han acabado haciendo que me quede en el ecosistema de Apple. Y creo que ya no hay vuelta atrás, o por lo menos a día de hoy ya no siento ninguna necesidad.

#Personal #Apple #Tecnología

En las últimas 3 semanas he podido ver en directo a las que para mi son, con diferencia, dos de las mejores bandas actuales del rock/metal español: Dry River y Delalma. Y a las dos las he podido ver en la Rock City de Almàssera, que posiblemente sea la sala de con mejor sonido de esta comunidad autónoma.

En los últimos años tuve la falsa impresión de que en España no había proyectos musicales interesantes, que siempre eran los mismos, pero en cuanto uno empieza a prestar atención se da cuenta de que nada más lejos de la realidad, que hay muchas bandas con muy buenas ideas buscando que se las escuche.

La magia de Dry River

Si alguna vez has hablado de música conmigo o hemos comentado nuestros grupos favoritos, ya sabrás que mi grupo fetiche es Dry River. Es una banda cuyo espectro musical cubre desde el hard rock hasta el metal progresivo, con unas temáticas muy variadas, y con lugar tanto para canciones fiesteras y desenfadadas como para otras más serias, más técnicas y más espectaculares.

En un 2023 totalmente lleno de conciertos, Dry River es, junto a Annacrusa (mi otro grupo español favorito del que ya os hablé), la banda a la que más veces he disfrutado en directo. Y cada concierto de ellos es una fiesta y una auténtica locura musical, no te cansas nunca de repetir. Esto es así primero porque son todos unos músicos totalmente brillantes, y te puedes quedar embobado simplemente viéndolos tocar. De las guitarras al bajista, pasando por el teclado y la batería, todo suena siempre impecable por muy difícil que sea la canción, y tienen a un Ángel Belinchón que es posiblemente uno de los mejores cantantes de España.

Como pequeña anécdota, cuando en septiembre fui a Holanda a ver a Ayreon en directo, con sus 19 cantantes internacionales en un espectáculo de Ópera de Heavy Metal, al volver tenía la sensación de que tras escuchar todas esas voces parecía que le notaba un poco más las carencias de la mayoría de cantantes españoles. Y cuando pensé en eso, Ángel es una de las pocas excepciones que me vino a la cabeza. Tiene una voz impecable que no falla nunca, y también mucho carisma y muy buen humor sobre el escenario.

Pero él es solo la voz cantante (ja) de una banda de auténticos genios, aunque la injusticia de la industria musical sigue haciendo que sean menos conocidos de lo que se merecen. En esto, es como uno de esos secretos que pasan de boca a boca. Si tienes a una amistad con buen gusto musical, como me pasó a mi, te dirá un día que pruebes a escuchar a Dry River. Y cuando tú se lo recomiendas a alguien, sabes perfectamente que vas a hacer su vida un poco mejor.

El concierto, como siempre, fue una fiesta. El sonido fue genial, las canciones muy buenas, y las dos horas de concierto se pasaron volando. De hecho, pese a estas dos horazas de temazo tras temazo, todavía hay canciones que echas de menos escuchar, porque tienen una discografía absolutamente brillante.

Además, otra de las buenas cosas que tienen los “drirris”, es que tienen una comunidad de fans que es como una familia, por lo que disfrutas tanto del concierto como de los momentos anteriores y posteriores en los que puedes charlar con muchas caras conocidas y comentar lo bien que nos lo hemos pasado todos.

La pegada de Delalma

Delalma es lo que se conoce un supergrupo, un grupo de metal formado por integrantes famosos que han pasado de bandas muy conocidas, como en este caso Mägo de Oz y Avalanch. Solo llevan un disco y menos de un año sobre los escenarios, pero ya son por méritos propios una de las mejores bandas que tenemos en el país. Simplemente, le han ido adelantando por la derecha a la mayoría de las bandas consagradas, y en menos de un año ya llevan a sus conciertos el público que a otros les cuesta bastantes años de carrera poder juntar. Y es que si me das a elegir entre ver en directo a la mayoría de bandas consagradas del rock/metal español y Delalma, posiblemente vaya a ver a estos últimos.

Había tenido la oportunidad de ver a Delalma en el festival Ripollet Rock hace unos meses, y aunque lo disfruté muchísimo, me quedaron algunas dudas. Pero ya sabemos todos que el sonido de los festivales suele ser malo, por lo que tenía ganas de poder verlos en una sala en condiciones y comprobar cómo se defienden realmente sobre el escenario. Y vaya si se defienden, porque me metieron alucinando desde la primera canción.

Delalma tienen una garra y una pegada sobre el escenario difícil de explicar. Hay tres tipos de grupos: los que suenan en directo que en un disco, que son la mayoría, los que consiguen sonar igual que en el disco, y los que suenan en directo mucho mejor que en el disco. Y Delalma es uno de los máximos exponentes de este último grupo, dejándote con la boca abierta por la fuerza y la energía que son capaces de transmitir. Ni siquiera los vídeos que he grabado para No me pierdo un bolo parecen ser capaces de captarlas.

La historia de Delalma es también la historia del renacer de Ramón Lage, su cantante. Perteneció durante 10 años a Avalanch, una de las bandas de heavy metal más famosas de España. Tuvo la mala suerte de entrar sustituyendo a Víctor García, quien entonces era la voz más carismática del panorama metalero de este país, y tenía un registro totalmente diferente. Las comparaciones fueron todas destructivas, la gente fue muy cruel con él, hasta que en 2012 acabó abandonando Avalanch para poco después decidir abandonar la música para no volver.

Pero tras 5 años intentándolo, Manuel Ramil y Seoane (teclista y guitarrista) consiguieron convencerle para unirse al proyecto de Delalma, y publicar el primer disco juntos en enero del 2023. Mientras, en la década que Ramón pasó lejos de los escenarios, muchísima gente acabó dándose cuenta de la buenísima voz que habíamos perdido, y ahora en su regreso en todos los conciertos recibe innumerables muestras de cariño.

Qué buena manera de terminar el año

Además de Dry River y Delalma, en las últimas semanas también he tenido la suerte de ir a otros conciertos (como el de Astral Experience) de los que también he disfrutado tanto por la música como por la compañía que tuve en ellos. Pero haber podido ver a estos dos gigantes de la música en español me parece la mejor manera de cerrar el año musical.

Sí, sé que posiblemente acabe yendo a varios conciertos más antes de acabar este 2023, pero si no fuera así tampoco me importaría, porque el buen sabor de boca que me han dejado los dos de los que os he hablado hoy me parecen ya una buena manera de cerrar la temporada.

Un pequeño spoiler. El 2024 lo empezaré viendo a Dry River en Madrid en enero, y confieso que sería un pequeño sueño que pudieran invitar a Ramón Lage a colaborar con ellos en él. Porque ver a Ángel y a Ramón cantando juntos sería la mejor manera de empezar el año.

Y si has leído todo esto, recuerda que los vídeos de todos los conciertos a los que voy los subo a No me pierdo un bolo, tanto en Instagram como en TikTok.

#Personal #Música #Concierto

Suscríbete a mi blog por e-mail aquí:

Hoy es el día de Todos los Santos en España, ese festivo en el que todas las personas van a los cementerios de sus localidades para recordar a los familiares que ya no están. Y es un día perfecto para contarte que yo trabajé en un cementerio durante tres años, y que desde dentro es el día con más trabajo del año.

Sí, esta pequeña entrada es un reconocimiento para todos esos trabajadores que llevan una o dos semanas limpiando y adecentando el cementerio para que esté perfecto. Esos trabajadores que 30 minutos después de abrir las puertas empezarán a tener que limpiar toda la porquería que los demás dejan en todas partes, porque dos o tres metros parece que es demasiado lejos para molestarte en tirar algo a la papelera en vez de en el suelo.

Esos trabajadores que tendrán que hacer de intermediarios porque sí, porque hay personas que roban flores y objetos de otras tumbas. Y así, acabas teniendo que calmar a esa persona que vino ayer a arreglar una tumba o un nicho y que, cuando ha vuelto hoy, ha visto que sus flores han desaparecido.

Yo, enterrador

En 2016, comenté en mi actual trabajo que había sido enterrador, y me pidieron escribir un artículo sobre cómo fue esa experiencia. El resultado fue un artículo llamado Fui enterrador durante tres años y no es un trabajo tan muerto como se piensa, y que te invito a leer si quieres saber todos los detalles sobre ese trabajo, lo que experimentas en él y cómo afecta a tu manera de ver las cosas.

Cuando le cuento a alguien que he trabajado como mozo funerario o enterrador puede haber dos tipos de reacciones. A veces puedes ver el morbo brillar en los ojos de la otra persona, y te hace todo tipo de preguntas (aunque puedes reconocer que hay muchas otras que no se atreve a hacer). Y hay otras personas que simplemente prefiere no hablar de ello, porque la muerte todavía sigue siendo un tema muy tabú.

Tal y como cuento en el artículo, los primeros dos o tres meses de este trabajo fueron muy duros mentalmente, ya que ves cosas bastante duras a diario. Todavía tengo grabado a fuego en mi mente el primer cuerpo que desenterré. Pero la mente humana es capaz de adaptarse a cualquier cosa, y luego te conviertes en ese amigo del grupo al que todos miran cuando salen cadáveres en una película y serie. Porque sí, yo soy esa persona que te dice “esos huesos están demasiado blancos” o juzga el aspecto que tiene el cadáver o la momia que aparece en pantalla.

No quiero extenderme mucho sobre cómo es el trabajo de enterrador, porque está todo en el artículo, y no quiero limitarme a copiar y pegar lo que puse en él en su día. Pero sí te diré que he hecho y he visto todo lo que puedes imaginarte. He enterrado, he incinerado, y he desenterrado cuerpos en todo tipo de estados. Por ley, un cuerpo no se puede desenterrar hasta que hayan pasado 3 o 5 años (creo). Solo se puede hacer antes en casos excepcionales. Y yo, que he sido testigo de algunos de esos casos, te aseguro que hay una buena razón para estos límites.

No voy a dar muchos detalles, pero lo que hueles y lo que ves en esos casos es muy difícil de soportar y olvidar, y he visto enterradores con muchos años de experiencia teniendo que irse porque sus tripas no lo aguantaban. En mi caso, parecía ser de los que mejor lo llevaba del equipo, por lo que fui uno de los dos o tres a los que siempre llamaban para ello.

Sin embargo, lo peor de este trabajo no son los muertos, porque al final son solo cascarones vacíos. Lo peor es el dolor de los vivos. Cuando la muerte es natural y la persona era ya muy mayor o estaba muy enferma es un dolor suele ser más llevadero. Sí, duele mucho, pero te queda el consuelo de que esta persona vivió una vida larga… o por fin ha dejado de sufrir. Pero lo peor de todo, lo que más te destroza por dentro es ver el dolor de una madre cuando entierra a una hija o un hijo con de apenas 4 o 5 años.

Como puedes imaginar, este es un trabajo lleno de esos momentos que se te quedan grabados en el recuerdo. Puede haber algunas anécdotas divertidas que le cuentas a alguien que te pregunta para ver la cara que pones, pero los momentos realmente serios sueles guardártelos para ti.

Pero tampoco lo considero un trabajo negativo. Si miro hacia atrás, soy consciente de que me ha ayudado a entender mucho mejor la vida y la muerte. He dejado de creer en cosas como religiones y fantasmas, he aceptado lo corta que es la vida, y he aprendido bastante sobre cómo se comporta la gente cuando tiene que mirarle a los ojos a ese final inevitable al que todos estamos destinados. Fue una experiencia interesante.

Este pequeño artículo ha sido bastante superficial, pero si te has quedado con ganas de más te invito a leer el que escribí para Xataka Magnet, llamado Fui enterrador durante tres años y no es un trabajo tan muerto como se piensa.

#Personal

Suscríbete a mi blog por e-mail aquí:

No me pierdo un bolo es un pequeño proyecto personal para publicar todos los vídeos que hago en los conciertos a los que voy. 2023 fue el año de los conciertos para mi, y con el paso de los meses me acabé dando cuenta de que estaba acumulando una gran cantidad de vídeos grabados en ellos. Los vídeos los estoy subiendo en estas dos plataformas:

¿Y por qué hago esto?

Soy una de esas personas a las que les gusta grabar vídeos en los conciertos, sí. Esto no me hace disfrutarlos menos como a algunos le gusta reprocharnos a los que grabamos, sino que me permite revisitar y recordar estas experiencias con mayor vividez. Muchas de mis grabaciones me gusta volver a verlas de vez en cuando. Eso sí, siempre grabo respetando a los que tengo detrás, con el móvil frente a los ojos y sin levantar los brazos para no molestar a los demás.

Estas grabaciones me gusta compartirlas en redes sociales. Pero como tampoco quiero apabullar a mis seguidores con 4 o 5 vídeos de cada concierto al que voy, al final acabé acumulando mucho material que se quedaba inédito y guardado en el cajón de mi galería de fotos. Por eso, al final decidí crear cuentas independientes solo para subir estos vídeos.

Mi idea con estas cuentas no es hacerme famoso ni ganar dinero. Sin embargo, tengo la esperanza de que estas cuentas ayuden a difundir y compartir los grupos que más me gustan. Si después de un concierto del grupo A publico sus vídeos y me siguen uno o dos de sus fans, y después de un concierto de un grupo B me siguen uno o dos de sus fans, entonces con esta cuenta podré ayudar a descubrir a los fans del grupo A la música del grupo B y viceversa.

No le pido a ninguno de los grupos que grabo que comparta mis grabaciones. Sin embargo, cada vez que lo hacen y me ayudan a conseguir algún nuevo seguidor, con esto también están ayudando a todos los demás grupos cuya música comparto. Porque al final, lo que más me gusta es ir a conciertos locales con grupos un poco menos conocidos que los más famosos e internacionales. A veces, incluso he gastado un poco de dinero en promocionar alguno de los vídeos para ganar algún seguidor nuevo, y así poder difundir la música de todos.

Llevo creando blogs más de 20 años, y en mis inicios tuve un proyecto para difundir pequeñas bandas locales y apadrinarlas en mi blog. Me imagino que en este proyecto de No me pierdo un bolo he metido esa satisfacción de ayudar a dar a conocer a mis grupos favoritos. Quizá por esto, la mayoría de vídeos sean de Dry River y Annacrusa, aunque también he ido a conciertos de otros grupos que voy conociendo, e incluso he ido a uno o dos de grupos que he conocido porque me han seguido en una de mis cuentas de No me pierdo un bolo.

En cuanto al nombre, como en 2023 he ido a tantos conciertos mucha gente y amigos me han ido diciendo esa frase hecha de “no te pierdes una”. Y de ahí surgió el nombre, aunque no sin dos o tres días de brainstorming y pensar en todo tipo de ideas.

#Personal #Conciertos

Suscríbete a mi blog por e-mail aquí:

Confieso que no soy un fan de los musicales, excepto con la gloriosa excepción de Los Miserables, que he visto dos veces: una en Madrid y otra en Londres. Sin embargo, siendo uno de los más famosos del mundo, cuando un amigo propuso ir a Madrid a ver El Fantasma de la Ópera decidí acudir. Una buena oportunidad de ir y visitar un poco la ciudad, ya que normalmente voy por trabajo y no hay mucho tiempo para eso.

Cuando faltaban unas semanas para el viaje, vi que la banda polaca Riverside daba un concierto en Madrid, y que era justo el mismo día que teníamos programado el regreso. Por lo tanto, pedí un día libre más, reservé una noche más de hotel y decidí quedarme yo solo para ver el concierto.

En 2022 hubo dos bandas que escuché compulsivamente. Una era Leprous, a los que pude ver en directo en febrero en Barcelona. Y la otra era Riverside, que hacen un delicioso rock progresivo muy melódico. De hecho, Riverside fue el grupo que más escuché el año pasado, por delante de Riverside, por lo que me pareció una buena manera de seguir y casi culminar este 2023 lleno de conciertos.

Un pequeño pero provechoso viaje a Madrid

Por lo tanto, fuimos a Madrid un sábado, y lo que iba a ser un pequeño viaje hasta el lunes fue un viaje de 4 días hasta el martes para mi. Pequeño, corto, pero productivo. El mismo sábado que llegamos fuimos a ver El Fantasma de la Ópera, y la verdad es que el musical me gustó muchísimo.

Quizá, para un “no amante” de los musicales como yo, me pareció que la obra estaba un poco descompensada. En la primera mitad antes del descanso habían cantado ya las canciones más icónicas, y eso hizo parecer que la segunda parte fuera un poco más floja. Pero la historia era interesante, y la producción fue sublime, con un escenario que giraba que le daba mucha vistosidad, junto a unos efectos especiales muy sorprendentes.

En cuanto a los cantantes, todos estaban a buen nivel, pero Gerónimo Rauch (a quien ya vi en Los Miserables de Madrid haciendo de Jean Valjean) se comió a todos con patatas. Tiene una voz sencillamente espectacular, como sacado de otro planeta, y estaba muy muy por encima de los demás.

El domingo lo pasamos de turisteo, visitando varias zonas de Madrid, desayunando chocolate con churros, y dando un largo paseo por el parque del Retiro, visitando algunos museos y, sobre todo, caminando mucho por toda la ciudad. Queda a destacar también ir al Museo Arqueológico Nacional para visitar la Dama de Elche, la famosísima escultura íbera realizada en piedra caliza entre los siglos V y IV a. C.

También fue interesante ver por primera vez la estatua al Ángel Caído, levantada a 666 metros sobre el nivel del mar según dicen, ya que no suele haber muchas representándolo, y en general fue un día de mucho caminar.

El lunes ya me quedé solo, y estaba tan agotado del domingo que sencillamente no quise hacer mucho. Pero el día terminó con el concierto de Riverside, y si era un grupo que ya me gustaba mucho, en directo simplemente me enamoraron.

Cuando ves a un grupo de música tocar en directo pueden pasar dos cosas. Puede ser que no estén a la altura de los discos de estudio, por música o por voz, o puede que los superen con creces. En este caso fue el segundo caso, con canciones muy cambiadas y arregladas para el directo, y un setlist mucho menos melódico y melancólico, y más pensado para hacer disfrutar a los amantes del buen Prog. Disfruté el concierto como un enano, y de regalo me llevé el poder descubrir a Lesoir, una banda holandesa que les acompañaba en la gira y que también lo hicieron muy bien.

En definitiva, un fin de semana corto pero muy bien aprovechado. No suelo viajar mucho para ver conciertos, lo que hace que normalmente me pierda a los grupos grandes que se limitan a venir a Madrid y Barcelona, pero este año mereció la pena ir a ver a Leprous y Riverside.

#Personal #Música #Concierto #Viaje #Musical

Suscríbete a mi blog por e-mail aquí:

El pasado mes de septiembre fui a uno de los mejores conciertos de mi vida. Sí, lo sé, ¿voy a escribir sobre mediados de septiembre a finales de octubre? Qué quieres, he estado muy perezoso a la hora de actualizar este pequeño blog.

Todo el que ha hablado un poco conmigo sobre música sabe que Ayreon es mi “grupo” favorito. Entrecomillo grupo porque realmente es un proyecto musical, una serie de óperas de Heavy Metal creadas por el músico holandés Arjen Lucassen. El caso es que Lucassen odia hacer conciertos, aunque una vez cada 2 o 3 años organiza en la ciudad donde vive un fin de semana de directos. Reúne a 16 o 19 de los mejores cantantes de metal del mundo, y hace 5 conciertos en 3 días. En total, teniendo en cuenta que la sala donde se celebran tiene una capacidad de entre 2.000 y 3.000 personas, pone a la venta entre 10.000 y 15.000 entradas, las cuales se agotaron en 10 minutos.

He de decir que este concierto, a mi parecer, se quedó un poco por debajo del de Ayreon Universe celebrado en 2017, pero aun así fue espectacular tanto por los grandes músicos que tocaron como por los impresionantes cantantes que actuaron. Blind Guardian, Pain of Salvation, Blind Guardian, Evergrey, Epica, Toehider, Arena, y un largo etcétera. Sus cantantes estaban allí, y los disfruté muchísimo.. Tocó hacer dos horas de cola antes de entrar, aunque se pasaron volando entre hablando con mi compañero de trabajo Isra (que también fue) y otras personas de otros países que esperaban junto a nosotros. Fuimos el domingo a las 12 del mediodía, en un pase en el que no se pusieron a la venta entradas VIP, y la recompensa fue estar casi adelante del todo y poder ver a todos los músicos de cerca.

Sobre las voces, solo voy a destacar que Michael Mills de Toehider es el cantante más versátil e impresionante que he visto nunca. Brittney Slayes de los canadienses Unleash the Archers fue el mejor descubrimiento y se ha convertido en una de las mejores voces femeninas que he visto, Daniel Gildenlöw me dejó con ganas de ver alguna vez a Pain of Salvation por fin en directo, y Hansi Kürsch de Blind Guardian sigue siendo el kaiser del heavy metal. Y bueno, Damian Wilson merece mención aparte, porque en cada concierto se recorrió las colas de gente para poder sacarse fotos con todos. Y qué maravillosa voz tiene.

Este año, la visita a Holanda para disfrutar del concierto fue más corta que nunca, pero igualmente fue una experiencia maravillosa. Ya estoy contando los días para la próxima. Dentro de uno o dos años se anunciará una nueva serie de conciertos, tocará partirse la cara para intentar conseguir entradas, y haré lo posible para repetir la experiencia.

Porque al final, los conciertos de Ayreon son lo más cercano a una experiencia religiosa que he vivido. Entre 10.000 y 15.000 personas juntándose en una ciudad de no más de 200.000 habitantes, todos con camisetas de un único grupo (lo que lo diferencia de los festivales), y con una enorme carga de complicidad y hermandad entre todos. También tiene sus momentos de “caza de Pokémon”, cuando la gente va por la calle buscando a algunos de los cantantes de metal más conocidos del mundo para sacarse una foto con ellos. Yo no quise molestar a Hansi mientras caminaba comiendo tallarines por la calle, y ahora me arrepiento de no sacarme una foto con él.

#Personal #Música #Concierto

Suscríbete a mi blog aquí:

Hoy es mi primer día de vacaciones, y tengo por delante dos semanas de relax. Y como siempre, uno tiene la decisión de si descansar y aburrirse un poco o intentar exprimirlas al máximo… con el riesgo de volver al trabajo más cansado de lo que me fui. Todavía no tengo tomada la decisión, iré improvisando por el camino.

De momento, mis planes son sencillos. Primero haré un pequeño viaje a Lisboa, la capital de Portugal. Hace varios años fui a Porto y me gustó mucho, y ahora toca visitar la ciudad. Tengo 3 acompañantes más y un planning para no parar de caminar ninguno de los pocos días que iremos. Ya veré si decido hacer una entrada en el blog comentando el viaje, porque he de confesar que últimamente estoy un poco perezoso aquí. Pero no, intento no tenerlo abandonado durante meses como la última vez.

Antes de viajar a Lisboa voy a tener varios días con la agenda vacía. Honestamente no me gusta, prefiero que la primera semana de vacaciones sea para viajar, y la segunda para descansar del viaje. Sin embargo, por cuestión de precios en los vuelos ha tenido que ser un viaje entre la mitad de esta semana y la otra mitad de la que viene. No es lo ideal, pero es lo que hay. En los días que tengo libre iré a la playa, que para eso vivo en la costa mediterránea, y quizá intente alguna otra escapada.

Portugal es la vecina de España, compartimos península, y es un viaje bastante cerca. Desde que comenzó la crisis del COVID no he hecho un viaje fuera de España que no fuera a un país vecino, y tendré que solucionarlo el año que viene. Me atrae mucho el este de Europa, pero habrá que ver cómo están las cosas.

Y luego… conciertos

Después de este viaje, descansaré dos días e iré al Ripollet Rock. Es un pequeño festival gratuito que se hace en Ripollet, un pueblo de la provincia de Barcelona. En este festival tocará la mejor banda de rock de España, los Dry River. Pero también tocará Delalma, la que posiblemente sea la mejor nueva banda de metalmelódico de este año, una superbanda formada por miembros de otros grupos, y liderada por el ex-guitarrista de Mägo de Oz, Manuel Seoane.

Si has leído otras veces mi blog, ya sabrás que este está siendo un año de música y conciertos, y esta es mi primera incursión a un festival pequeño en cantidad de bandas, y mediano en el peso de las tales. Para el año que viene he considerado la posibilidad de ir a algún macro-festival, aunque creo que es algo demasiado grande y agotador, y no me atrae tanto como uno con muchos menos grupos, pero en el que puedas disfrutar de cada concierto.

Lo que queda de año va a ser muy intenso en tema de conciertos. En septiembre viajo a Holanda al de Ayreon, con a esperanza de que esté a la altura del anterior concierto del mismo proyecto musical al que fui hace varios años ya, y que de momento es el mejor concierto al que he ido en mi vida. Luego, los gaditanos Saurom vienen a Valencia también en septiembre, en octubre voy a Madrid a un musical y un concierto, en noviembre Delalma van a Valencia y quizá me acerque… y así sin parar. Ya os iré contando.

#Personal #Viajes #Concierto

Suscríbete a mi blog por e-mail aquí:

El 1 de octubre de 2022 fui a mi primer concierto después de la pandemia del COVID-19. Nunca he sido una persona de ir a muchos conciertos, pero había sido un año especialmente duro con esa mezcla de los últimos coletazos del COVID y el inicio de una guerra en Europa que parecía que podría escalar a niveles nucleares, y la experiencia de ese concierto fue absolutamente liberadora. Era un festival con varios grupos locales, pero solo fui a ver a Dry River, la mejor banda de rock de España.

Después de ese concierto, antes de terminar el año fui a dos más. Y recuerdo que cuando cambiamos de año, el propósito que me marqué fue empezar a ir a más conciertos durante 2023. Y caray si he cumplido, porque si en todo 2022 fui a 3 conciertos, esa es una cantidad que he conseguido en un único fin de semana este año.

Ahora mismo estamos a 29 de julio de 2023, y honestamente he perdido la cuenta de la cantidad de conciertos a los que he ido. Empecé el año fuerte, en enero viendo a Dry River llenando la sala de Castellón, y en febrero yendo hasta a Barcelona a ver a los noruegos Leprous, que fue uno de los dos grupos que más me enamoraron durante 2023. El otro grupo que más me gustó fueron los polacos Riverside, a los que si todo sale bien iré a ver en octubre a Madrid. Una coincidencia, porque estaré en Madrid esos días para ver el musical de El Fantasma de la Ópera, y cuando Riverside anunció su fecha me pedí un día libre más y alargué la estancia en el hotel para aprovechar.

Pero entre medio, he ido a muchos otros conciertos, que generalmente están siendo festivales pequeños o conciertos en pequeñas salas. También hay excepciones, porque en agosto iré a ver a Dry River y Delalma a un festival bastante grandecito en Ripollet, y en septiembre viajo hasta Holanda para ver a Ayreon. Pero en general, casi todo están siendo conciertos locales en pueblos de la provincia, e incluso a veces solo eran dos personas haciendo música en una cafetería.

Las grandes ventajas del directo

La música en directo tiene una magia especial. Es verdad que no suena igual de perfecta que cuando la escuchas en un disco, pero es mucho más honesta, cruda y directa. En un disco un artista mediocre puede meter mil efectos, afinar artificialmente sus instrumentos o la voz, y aparentar ser mejor de lo que es. Pero en directo no hay ni trampa ni cartón, lo que ves es lo que hay, y es donde realmente se demuestra lo que eres capaz de hacer.

Los conciertos también son eventos de comunión entre artistas y público. Escuchar tu canción favorita en unos buenos auriculares es una experiencia increíble, pero poder ver al artista delante tuyo en carne y hueso interpretando esa misma canción es una magia especial que no se puede describir. Además, siempre hay pequeños detalles que hacen cada concierto irrepetible.

Además de esto, cuando empiezas a ir cada vez a más y más conciertos locales también acabas coincidiendo una y otra vez con las mismas personas. Gracias a esto, puedes hacer nuevas amistades con personas con gustos afines, y esa ha sido otra de las cosas que está haciendo este año sumamente especial. He podido conocer a mucha buena gente en mi ciudad, con la que poder charlar y quedar antes y después de un concierto para tomarnos algo juntos. También he tenido el privilegio de poder contar entre estas nuevas amistades a artistas musicales que admiro profundamente.

Esta última parte es algo que también me está resultando nuevo a mis 41 años. Normalmente, la relación con los músicos que me gustan ha sido de poco contacto, y en algunos casos locales poder enviarnos de vez en cuando algún mensaje relacionado con un nuevo lanzamiento. Pero este año he podido ir a un concierto y, al terminar, salir a tomar algo con esos mismos artistas a los que he estado viendo. Y siempre podré contar esa anécdota de haberme hecho amigo de uno de mis músicos favoritos cuando, al coincidir en un pequeño festival donde ni siquiera ellos tocaban, me preguntó si me gustaba el rock islandés. Fue una casualidad que de allí fuera otro de los mejores grupos que descubrí en 2022.

Con todo, he de decir que 2023 está siendo uno de los mejores años que recuerdo. Me puedo sentir un poco culpable con esto cuando todo parece irse a la mierda en el mundo, pero es una pequeña burbuja personal en la que me siento muy bien, y que me está dando muchas y muy buenas alegrías.

#Personal #Música #Concierto

Suscríbete a mi blog aquí: